Nombre del proyecto: Máquinas Bióticas | mico-friganista
Idea y proyecto: Silvia Piñera, Indira Fernández, Nidia Veramendi, María Ramírez, Alejandro Alcázar, Gabriel Visconti Stopello.
Asistencia Agrónoma: Ing. Victor Hugo Palacios P.
Asistencia Técnica y Logística: Fernando Meneses-Carlos, Ivette González, Rosa Pintado, Andrea Guillot, Alex Rodríguez, Michelle Isoldi, Alan Leyva.
Asistencia Constructiva: Apolonia Sánchez (Polo), Carlos Ortiz (Mois), Donato Fernández, Lizbethe Ruíz, Israel Ruiz.
Asistencia General: Ayuntamiento San Felipe del Progreso México.
Colaboradores: Omar Hernández, Rodrigo López, Luisa Pérez, Valeria Valdivia, Héctor Luna, Diana Durán, Astrid Pérez, Alexander Cano
Ubicación: Complejo Cultural Los Pinos y Laboratorio Arte Alameda
Fotografía: by Jasso
Fecha: 2021
Con el proyecto Máquinas Bióticas, AGA estudio y Escuela Radical proponen el uso de “máquinas”, entendidas como dispositivos vivos, que llevan a cabo funciones biológicas necesarias tanto para su propia existencia como para la nuestra. Al mismo tiempo son “bióticas”, ya que se encuentran en diálogo con la vida –como ciclo de transformación– más que con la obsolescencia –propia de la lógica del desecho–.
Particularmente esta Máquina Biótica es mico-friganista ya que su principal agente, el pleurotus djamor, es un hongo que metaboliza nuestros desechos en la ciudad, así como también respira el aire contaminado, regenerándolos en forma de frutos –setas– que sirven de potencial sustento para distintos seres vivos. Todo esto nos presenta oportunidades por activación biológica y relacionamiento con sistemas activos humanos y no humanos.
Esta es una invitación a cambiar de modelo, ante los escenarios de incertidumbre que se producen asentados en una normalidad que destruye las condiciones que permiten el desarrollo y la reproducción de la vida. La crisis ambiental hace indispensable proponer y asumir cambios y transformaciones, apuntando a perfilar una radicalidad acorde con los retos que tenemos por delante, vías para imaginar y accionar formas otras de coexistir donde lo humano no es necesariamente central, situadas críticamente ante el Antropoceno.
Es un punto de partida es reconocer la urgencia de narrativas pluriversales, lo cual significa entendernos como parte de un espacio planetario que no es solo uno, sino resultado de relaciones múltiples e incesantes entre organismos y objetos diversos. Al mismo tiempo es un llamado a actuar al interior de la lógica lineal de explotación-consumo-desecho para afectar y regenerar críticamente dicha linealidad. Ambos casos bajo la firme intención de problematizar el lugar que ocupamos en la biosfera y en las ciudades, y promover nuevas narrativas ambientales y ecológicas. Por tanto, frente al cambio climático proponer el cuido climático; es decir, donde el cuidado –el guardar distancia y protegerse de la amenaza– se convierte en “cuidarnos”, es decir, en interdependencias y en el interrelacionarse con distintas formas de vida. Esto a partir de prácticas/procesos espaciales resilientes para la transformación, y de co-creación para la experimentación.