Laboratorio de Agricultura Urbana es el resultado de un proceso de iniciativa ciudadana, diseño paisajístico, arquitectónico y museográfico con el cual plantea la re significación de la tradicional caja museográfica de “caja blanca” en un lugar donde la experimentación construye un espacio pedagógico, de encuentro cívico y laboratorio; en torno a la agricultura urbana, la permacultura y la observación de fenómenos naturales. El Laboratorio de Agricultura Urbana se concibe desde la transformación de un espacio al exterior residual del museo a un laboratorio ciudadano al aire libre donde los muros del propio museo infantil acogen el programa. El territorio donde se siembra busca el reconocimiento del territorio local, integrando materiales de carácter local por su técnica constructiva o desdoblando de manera longitudinal un arroyo de temporada hecho de piedra, el cual actúa como eje espacial ordenador y paisajístico, creando nodos que median las actividades del Laboratorio de Agricultura Urbana.
En este nuevo territorio experimental destaca la vegetación compuesta por árboles frutales, flores, aromáticas y pastos dispuestos en masas entre 5 árboles preexistentes. Ademas se considera la colección de plantas de alimentos que se producirán en las camas de cultivo biointensivo a lo largo del año. El programa se resuelve con elementos sucintos dispuestos en el lugar para promover el uso del espacio como un laboratorio de la agricultura urbana, lugar de encuentro, aprendizaje y de recorridos museográficos. Son objetos ligeros, hechos a base de madera de pino tratada con aceite de llinaza, acero en color amarillo, policarbonato y cristal. Ahora son dos pérgolas de diferente tamaño que crean el acceso y el foro multifuncional, canteros para el huerto de cultivo biointensivo, lugar para los deshidratadores y composteros, áreas de descanso, el invernadero y el hotel de insectos.
En el corazón del laboratorio se encuentra el invernadero: cuerpo translucido que resguarda al interior un sistema de hidroponía y acuaponia, incluyendo una gran pecera. Dentro del invernadero se concibió un espacio para el mantenimiento y la documentación de los procesos del huerto, un área de germinación, trabajo y para nuevos dispositivos. Una serie de bancas en los límites del huerto frutal completan el mobiliario del laboratorio, invitando a los usuarios a crear espacios de encuentro e intercambio ciudadano.
Las formas arquitectónicas reflejan el carácter colectivo de las actividades que tendrán aquí lugar. Cada actividad creativa y pedagógica en torno a la agricultura urbana ha sido articulada en el diseño, pero también se han dejado estructuras y formas abiertas que pudiesen albergar una diversidad de eventos desde presentaciónes de libros, charlas, y conferencias, intercambio de semillas y plantas, talleres de ciencia o practicar meditación o yoga en un entorno como el que ofrece este espacio. La arquitectura es una provocación para la apropiación. Los elementos dispersos de manera estratégica buscaron borrar los límites entre ellos, enfatizando los recorridos y multiplicando las perspectivas, otorgado a los ciudadanos pequeños y grandes el poder de apropiarse del Laboratorio de Agricultura Urbana con libertad.