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Te has sentado a la mesa de mi ciudad, te has deslizado acomodándote en la banca frente a mí, recogiendo tu cabello y desabrochando tu chamarra. Tus manos descansan sobre la superficie de la mesa y mientras pasas tus dedos sobre el contorno de la misma, tu mirada rebota en la mirada de los demás ahí sentados.
— Tarde pero he llegado — me dices, en tono de broma y medio disculpa. Sacas de tu morral un libro y un bocadillo que sin decir nada extiendes hacia mí.
Había disfrutado los minutos de estar aquí sentado, contemplando la plaza rodeado de los edificios testigos del tiempo, recordando los arboles que minutos antes me cobijaban en la Alameda y aunque fuera como observador, sentirme parte de la vida de la ciudad. A mi lado un hombre juega ajedrez con su nieto y varios jóvenes ensayan acordes en sus guitarras, a ratos se paran y suben un pie a la banca, otros leen o platican entre sí. Mas lejos, una pareja se abraza bajo la sombra de los árboles.
— Ya vienen algunas nubes — comenta la señora que dibuja a lápiz la fachada del MUNAL.
— Serán las primeras de la primavera — le dice alguien más, pero el sol brilla aún sobre nosotros.
— Bueno, ahora sí, cuéntame — digo, te has sentado a la mesa de mi casa.
Personajes de la ciudad, las alumnas de secundaria, en sus uniformes verdes que ríen y platican. El hombre mayor, con sombrero, lee el periódico. Las palomas se posan en la cubierta cuando creen que nadie las ve. El barrendero que descansa mientras se limpia el sudor de la frente. Mujeres de traje sastre comparten chismes y toman un poco el sol. La pareja de turistas que consultan su teléfono buscando ese café tan recomendado. Los jóvenes en patinetas y pantalones entubados.
Tú y yo, ellos, nosotros.
Es primera fila a la ciudad.
Cada sitio es la cabecera.
Un lugar de convivencia, de bajar la guardia, de civilidad, de modales… de urbanismo.
Plano donde se intercambian miradas.
Espacio de trabajo y de ideas.
Un altar, espacio para rituales.
Escenario, puesta en escena, espacio performativo.
Lugar para exponer y ser expuesto.
La mesa es un lugar de convivencia, de diálogo y de civilidad. Como tal, para el pabellón de Mextrópoli 2016 hemos planteado una gran mesa comunitaria que se adapta a y complementa cualquiera de los tres emplazamientos propuestos.
Más que pretender crear un espacio nuevo, o competir con emplazamientos ya privilegiados, queremos que desde la mesa, un espacio íntimo, vivamos la ciudad, para que cada quien encuentre su lugar. De ahí que “te has sentado a la mesa de mi ciudad; te has sentado a la mesa de mi casa”.
La mesa se relaciona con la ciudad de una manera fluida y dinámica, pues es el uso que le demos lo que dicta sus límites literales y figurados.
“Los límites del espacio los define la ciudad, no el pabellón. La mesa; al igual que la ciudad, es fuerza centrípeta y centrifuga.”
La mesa es también medio para generar diversas narrativas. Constructivamente la mesa nos comparte las distintas épocas de nuestra ciudad, y los elementos y materiales constructivos remiten al entorno natural.
La Mesa se propone de 24 metros de largo por 1.20 metros de ancho compuesta por 10 módulos de 1.20 por 2.40 metros cada uno. De concreto blanco, precolado, y bancas del mismo material, con capacidad para 2, 3 o 4 personas.
Las piezas son prefabricadas y se ensamblan en el sitio elegido sobre grandes piedras volcánicas, las cuales se trabajarán por artesanos para lograr una superficie plana para descansar los módulos sobre cada una de ellas.
Detalles técnicos
De modo un poco más detallado, iniciando por su superficie y terminando por el nivel suelo, se explican los elementos de la mesa: