El Jardín Ciudadano de Práctica Arquitectura es un acercamiento a la posibilidad de vivir en el centro de la ciudad de Monterrey de forma diferente. Un espacio común y de encuentro que desde su gestación fungió como foro para compartir ideas, conocimiento y sobre todo expresarse para mejorar como ciudadanos, tanto de manera colectiva como de manera individual. El proyecto nace de una iniciativa ciudadana por cambiar la ciudad, por tener espacios libres y públicos en un tejido urbano saturado. Con la inauguración del parque además se fundó un comité de ciudadanos dedicados a cuidar, conservar y promover este tipo de rescate de espacios, al igual que fomentar actividades de recreación y culturales en los mismos, a modo de maquinaria de conservación.
De esta manera se antepone el aporte social y la conciencia ciudadana para la conservación de espacios abiertos y verdes en el centro de la ciudad, en contrapeso a la proliferación de edificios sin un aporte directo a la experiencia cotidiana. Este parque se puede traducir como una casa con patio central, el símil de un hogar en el que el gran claro central expresa la idea de un espacio abierto y social, libre de programa y flexible para ocuparse de formas diversas. En sus esquinas, cuatro claros entre la vegetación se conectan con dicho patio por medio de unos sinuosos recorridos.
El criterio de diseño de paisaje se hizo con base en el asoleamiento del predio. Si se traza una diagonal en el sentido sureste-noroeste, durante prácticamente todo el día está sombreado, por lo que se sembró vegetación de sombra; en el lado sur oriente, que recibe sol todo el día, se sembraron plantas de sol.
El carácter del Jardín permite espacios íntimos, vegetación profusa que cumple como límite y guía de recorridos semi-laberínticos, descubrir y contemplar la penumbra, y ofrecer la transición de espacios grandes a pequeños para sorprender al usuario en su recorrido.
Como una escenografía, la rica vegetación permite encontrar planos de luces y sombras, contar historias, y la oportunidad de permanecer y demorarse en lugares callados con mucho que decir. Un escenario vivo, que crece, reacciona, cambia de olores, colores y formas, que finalmente se convierte en un ciudadano más. Recientemente el proyecto obtuvo Mención Honorífica en la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito 2018 en la categoría Diseño Urbano y Arquitectura del Paisaje, premio que busca galardonar a las obras de mayor calidad vinculadas al reciclaje de espacios urbanos realizado en el continente americano.