Nos dicen: cuando los recursos son escasos, la intensidad compensa el funcionamiento (porque parece haber una profunda brecha entre ingenio e inteligencia). Bien sabíamos que cualquier proyecto es una reacción a sus circunstancias.
Este es un edificio aparentemente sencillo, estable y regular que contiene un interior exagerado e inesperado. Este es el mundo de la innovación; un espacio continuo, fluido y abierto que traduce conceptual y perceptualmente el propio proceso creativo de las prácticas académicas, del desarrollo secuencial de la investigación formal o de la dimensión reversible y múltiple del conocimiento informal. El edificio reconoce la necesidad de polarizar el tiempo de la innovación en al menos dos momentos: en una experiencia creativa basada en un ámbito social, colectivo e integrado y en otra experiencia más bien íntima, solitaria e individual. La estructura espacial del edificio se basa en estas dos condiciones claramente diferenciadas.
Por un lado, un centro abierto que establece una serie de halles interconectados verticalmente, con un vacío circular que reduce su tamaño mientras asciende. Por otro lado, unos espacios de trabajo privado que ocupan las esquinas de cada planta, en una figura de un cuarto de círculo cuyo centro pivota alrededor de cada arista, creciendo inversamente proporcional a los vacíos centrales. En vez del tradicional sistema de pilares en una retícula indiferenciada y sin jerarquías, esta planta de oficinas es a la vez un espacio específico para exposiciones, talleres y reuniones controladas visual y acústicamente, mediante los muros curvos que funcionan como biombos opacos. La diversidad y carácter del espacio resultante de algún modo promueve la dinámica de un trabajo sin categorías (o con unas posiciones siempre cambiantes) entre profesores, alumnos, investigadores, empresarios y las comunidades locales.