Aprovechando la madera de los bosques de las centrales hidroeléctricas de EPM, y a través de una metodología de diseño participativo desarrollado con los habitantes resguardo indígena del Departamento de Antioquia obtuvo un resultado con el cual los pobladores se sienten identificados, respondiendo tanto a la visión ancestral como al proceso de adaptación de la cultura a la contemporaneidad. Como consecuencia del taller de imaginarios con la comunidad, se obtuvieron unas premisas de diseño que para los arquitectos fueron una guía de diseño durante el desarrollo del proyecto.
Bajo la misma metodología de la Escuela Embera, se realizó la escuela de la Comunidad Indígena Senú. En ese sentido, las premisas de diseño validadas con la comunidad fueron geometrías rectangulares, cubiertas a dos aguas elevadas y separadas de los muros, piso a nivel de terreno, tejidos con geometrías características de la etnia Senú y un sistema modular adaptable, entre otros.
De acuerdo a lo anterior, en las escuelas para la comunidad Indígena Senú, lo primordial era generar a partir de una nave rectangular un espacio adaptable a diferentes usos tales como el salón de clases y los espacios de servicio. Adicionalmente, y debido a que estos resguardos se ubican en zonas de clima cálido húmedo y tropical, la cubierta se plantea en cerchas “separándose” del envolvente de los cerramientos para generar un espacio de libre circulación de aire y ventilación, y los cerramientos se plantean con diferentes texturas y aperturas dependiendo de la necesidad de ventilación para cada espacio.
Tanto la tipología de la Escuela Embera como de la Escuela Senú, obedecen a premisas formales muy distintas. Sin embargo, se enfatiza en la metodología de trabajo con la comunidad a partir de talleres de imaginarios para llegar al diseño arquitectónico final. De una manera participativa y activa entre comunidades y diseñadores, los talleres conjuntos permiten unas identificación clara de necesidades y expectativas, donde el resultado logra enaltecer de manera particular cada etnia indígena, mejorando su calidad de vida a través de la forma y el espacio.
“Un bosque generoso que entrega su madera para dar calidad de vida. Unas manos solidarias que suman voluntades para contribuir a la armonía de la vida. Unas familias vulnerables que conservan la esperanza y las ganas de soñar. Una promesa cumplida por una empresa respetuosa, responsable y comprometida Un nuevo paisaje para proteger. Un pueblo para fortalecer y acrecentar. Una alegría que se asoma a los labios en forma de agradecimiento, de sonrisa y de confianza en el futuro de un mundo mejor.”