Escenografías domésticas es una instalación que formula preguntas sobre la idealización del espacio doméstico moderno, los modos de habitar de la sociedad contemporánea, las políticas de vivienda masiva y la democratización del suelo urbano. Esta pieza se montó en la Alameda Central en el marco de MEXTRÓPOLI2018.
Es un ejercicio de crítica social de naturaleza cooperativa que utiliza la ciudad como un laboratorio urbano experimental para el arte público, un dispositivo semiótico, un artefacto crítico, un aparato político. Una plataforma cívica de denuncia pública que visibiliza, muestra, advierte, registra y expone lo doméstico, lo privado, lo cotidiano y lo individual.
Esta intervención de la serie Maquinarias públicas específicamente reconstruye lo doméstico en un complejo escenario urbano. Retomando investigaciones como Cushicle and Suitalone de Michael Webb (Archigram, 1967), especulaciones como Wolke o The Cloud the Coop Himmelblau (Living form for the future, 1968) y “Oasis Nr.7” del estudio vienés Haus-Rucker-Co (DOCUMENTA,1972), expone identidades domésticas a través de un performance de la cotidianidad mexicana cuestionando la propiedad horizontal y el valor del suelo urbano. Esta cotidianidad se presenta mediante objetos domésticos, elementos comunes extraídos de sus contextos y presentados en la esfera pública.
La instalación es un apartamento mínimo ensamblado por células domésticas autónomas, independientes, flexibles e incompletas. Se asocian en una coreografía intermitente y a veces aleatoria. Un baño se acopla a una sala, un jardín a un dormitorio, o todos se dan en uno. No hay espacio disponible, nada sobra, de la especificidad espacial se pasa a la pluralidad programática. Metros cúbicos versus metros cuadrados.
La obra plantea 3 estados, la intervención, el performance y la desaparición con las siguientes reglas:
– No se invierte en infraestructura. Los materiales y los componentes provienen de la industria de la construcción, los elementos domésticos provienen de segunda mano o de la tradición de manufactura local. La obra no cuesta, cuesta el esfuerzo.
– Se construye sobre máquinas, la maquinaria de construcción se convierte en un espacio habitable. Se habita a partir de los objetos cotidianos. La instalación pone en escena el inventario de utensilios domésticos y los confronta con la maquinaria de construcción. En ese encuentro, en esa confrontación devienen las prácticas domésticas. Costumbres y tradiciones híbridas con protocolos de construcción y maniobras de obra e izamiento.
El performance es un espejo de lo domestico. No hay modos de vida condicionados, ni modelos de habitar impuestos, ni el mueble escandinavo europeo ni el family room norte americano tienen cabida en lo mínimo, en lo emergente. Al mismo tiempo que explora y expone la intimidad se convierte en un inventario del apego, un itinerario de lo cotidiano.
La planta y la sección son dinámicas y describen un ritual ascendente, zigzagueante o alternado. Las máquinas proveen tantas configuraciones del apartamento como su instrumental técnico y su desempeño lo permitan. Por momentos alcanza las copas de los árboles reconstruyendo el perfil urbano y mientras que en otros construyen relieve, se confunden con mobiliario urbano o en el peor de los casos devienen estorbos que obstaculizan la acera (como generalmente lo hacen las instalaciones de faena de obra).
Son muchos apartamentos y no son ninguno. Maquinarias públicas pertenece a la serie de escenografías portables que propone dispositivos híbridos de apropiación de la calle en una suerte de coreografía urbana impulsada por la mirada crítica de la sociedad civil sobre los asuntos públicos. Son ejercicios de interferencias semánticas que hacen preguntas al poder. Las obras son infraestructuras instantáneas de empoderamiento, ensamblajes desobedientes que desarrollan una energía híbrida entre la máquina y el poder humano.