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¡Felices fiestas!
Transformar, reciclar, retornar y sembrar; aprovechar al máximo cada material permitiéndole hacer su trabajo y tejerse de manera orgánica en el espacio.
Miguel Montor
Ubicado en el primer cuadrante histórico de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México, se encuentra esta edificación que durante su vida ha pasado por varios usos.
En el pasado, su función principal fue la de imprenta de barrio, aunque también se utilizó como bodega antes de caer en desuso durante un largo periodo. Por su conformación espacial a manera de pequeña industria, el edificio tomaba su carácter formal por una nave corrida a dos aguas sobre un basamento de doble crujía de marcos rígidos de concreto. La cubierta ligera que albergaba la zona de nave se estructuraba por medio de armaduras de madera y láminas de asbesto. Estas se usaron durante muchos años como sistema de cubierta hasta que se determinó que este material era dañino para la salud. El predio cuenta con 360 m2, los cuales se encontraban en total construcción, entre zona de administración, taller de imprenta y zona de servicios se cubrían todos los metros que ofrecía este lugar. Debido a estas condiciones se impedía la infiltración del agua de lluvia al subsuelo. Cuando se tomó este sitio como el nuevo taller, se percibió como un lugar a tratar y mejorar, retirando de él todo lo que lo estaba dañando. Se aprovecharon al máximo las zonas de oportunidad para regresarle vida al lugar.
Se desmanteló la cubierta de lámina de asbesto antigua, retirando las armaduras que se encontraban ya apolilladas, esta acción dejó en descubierto la doble crujía de marcos rígidos los cuales se reutilizaron en su totalidad y reestructuraron dándoles mayor capacidad de carga y rigidez por medio de muros diafragma que ayudaron a vestibular las nuevas zonas de servicio del taller.
Dicha crujía dejaría libre casi la mitad del predio para dar paso a la recuperación de la mayor área libre y permeable posible dotando al sitio de nuevos jardines. Con esta decisión se logró recuperar casi un 40% de área permeable en el proyecto. Se retiraron los aplanados en la mayoría de los muros al estar lastimados por las humedades y el tiempo, lo cual permitió dejar aparentes los tabiques de barro rojo recocido de la época, integrándolos a la atmósfera del lugar.
Como parte del proyecto del taller se incluyó un espacio ambivalente: una galera multiusos que recobrará la nave industrial que permaneció durante mucho tiempo en este lugar. Este espacio establecerá un diálogo entre la colonia y este nuevo sitio, un pequeño espacio de exposiciones dirigido a la difusión del arte, la arquitectura y diversas actividades culturales. Dicha galera fue diseñada como una estructura ligera. Se concibió para ser transparente hacia su entorno y respetuosa de no tocar prácticamente ninguno de los muros existentes, se posa de manera sutil sobre la estructura preexistente. Esta estructura híbrida de acero y madera conforma un volumen triangular a un agua, haciendo un guiño a la cinta urbana de la calle. Se utilizó un sistema de persianas de cristal para la ventilación, tal y como era utilizado en las antiguas industrias para seguir dándole ese carácter de pequeña fábrica.
Como se mencionó con anterioridad, este lugar en algún tiempo se usó como bodega, por lo que cuando se comenzaron los trabajos se contaba con sobrantes y materiales de algunas obras que se habían quedado en el sitio. Se utilizó todo el material en buen estado; madera, acero e incluso material de la demolición misma.