El Auditorio Nacional es reconocido como el recinto más importante para la industria del espectáculo en México, sobresale entre los tres mejores foros del mundo en su género y es referencia y escala obligada para artistas nacionales y extranjeros. El edificio, intervención del arquitecto Teodoro Gonzales de León sobre el proyecto original de Pedro Ramírez Vázquez, refleja la fuerza, expresión y monumentalidad característica en su obra. El área de intervención ubicada bajo una gran escalera, es un espacio con carácter icónico por su forma curva. Tres gestos rotundos de geometría pura y simple componen el espacio: el plafón en forma de arco, la barra de concreto estriado de expresión racional y por último la contrabarra de latón.
El proyecto, de carácter atemporal, tiene una cromática neutra donde contrastan los reflejos del paflón creados a partir de la repetición de una pieza artesanal de cerámica esmaltada en tono cobrizo, diseñada especialmente para el recubrimiento de la bóveda. La contrabarra, fabricada en latón al alto brillo, es el remate visual y otro elemento de contraste y luminosidad dentro de un espacio en tonos oscuros y neutros. Dos grandes columnas circulares que soportan la escalera, se integran y reflejan la expresión rugosa presente en la materialidad del recinto.