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¡Felices fiestas!
Un texto y entrevista de Ana Luz Valencia | @banaluz
En la edición 2022 del Festival Concéntrico, el paisaje del viñedo de Viña Lanciano fue el emplazamiento donde se construyó el Arquetipo de la casa, la instalación ganadora. Proyectado por Miguel Iván Hernández Cobos, Katarzyna Dominiak y Eduardo Romero García, que juntos forman Collective X (IG: collective.x_). Como lo dice su nombre, un colectivo de jóvenes arquitectos que se enfocan en mantenerse activos participando en concursos de diseño arquitectónico, pues han encontrado el beneficio de ejercitar el diseño arquitectónico a través de estos espacios en los cuales pueden proponer “libremente” mientras refuerzan su metodología de diseño, proponiendo y aprendiendo. El Arquetipo de la casa es su primera obra construida y con éste reafirman la oportunidad que representan los concursos, en una etapa muy temprana de lo que es una carrera de por vida, para mostrar sus propuestas y que un jurado pueda verlo con buenos ojos.
Hasta hace menos de un siglo, la forma icónica del arquetipo de la casa, aquella que guarda relación con la forma tradicional de una casa, era una forma reservada a la casa del hombre y a la casa de los dioses. Desde finales del siglo XX esta forma arquetípica se utiliza a menudo como dispositivo proyectual en otros tipos de edificios. Con ello se ponen de manifiesto los fuertes nexos psicológicos que perduran en la actualidad con la arquitectura tradicional que buscan la reafirmación de la identidad del individuo en la naturaleza y en la colectividad. De ahí que la forma icónica de la casa, reconocida en un poliedro de siete caras (casa a dos aguas), se reafirme como la forma universal de la arquitectura pues se trata de un arquetipo en el sentido junguiano.
“Cuando empezamos a proponer teníamos de referencia esta pintura de Chirico …, hay un carácter religioso y hay un paisaje. No queríamos esperar llegar al pabellón para entenderlo, sino integrarnos al viñedo y al final del camino llegar a la puerta y encontrar un símbolo. Ahí está la clave, queríamos comunicar algo muy directo a través de la memoria colectiva, el cual fue un refugio a través de la forma de la casa.”
La forma de la casa a dos aguas no sólo redefine el concepto del arquetipo sino que también redefine su entorno al enmarcar el paisaje a través de los espacios entre planos, generando una serie de módulos donde el visitante puede contemplar de forma individual o colectiva. Este espacio busca crear una atmósfera reflexiva y contemplativa respecto al contacto del hombre con la naturaleza.
“Es a través de estos “confesionarios” que puede haber un diálogo con la naturaleza y eso te lo permite este confesionario abierto, ventanales abiertos entre planos donde la arquitectura se vuelve nada y es todo la naturaleza. Estás en el paisaje y todo es la casa. Estás en la casa y todo es la naturaleza. Es una invitación a sentarse en la sombra y poder contemplar.”
Un elemento importante en el arquetipo de la casa es el vano central de la puerta, que se repite en todos los planos, haciendo que continúe el camino de tierra que se haya en el predio designado, y creando una sensación de continuidad e inmersión total en la atmósfera natural.
“Desde la distancia se percibía un volumen, como de papel arroz, nos decían. Mientras te acercas percibes los planos de la casa y como se iban desmaterializando, se volvían líneas. De ser masa, a ser puntual, como dice Rocha –mi arquitectura es acupuntura. Por eso no queríamos cerrar el techo a dos aguas, queríamos que mantuviera expuesto su esqueleto, para dar esa perspectiva de ligereza.”