Dos torres y un Sendero, buscó promover la apropiación y restauración del Humedal Boca Maule ubicado en la ciudad de Coronel, Región del Bío-Bío, sur de Chile, a través de la construcción de dos torres mirador, alineando, desde una práctica de arquitectura, a la comunidad local, la academia, el municipio y organizaciones de senderismo.
El proyecto surge de un diagnóstico transversal a las grandes ciudades de Chile, -la carencia de espacio público, más que la falta de espacios libres, se traduce en la falta de espacios configurados con estos fines-. Espacios naturales “vacíos”, como humedales, estuarios, lagunas o cerros, quedan atrapados en la mancha urbana o en su desvalorización, a merced del mercado, o cercanos a grupos vulnerables.
A pesar de esto, dichos lugares de alto valor natural y paisajístico, en contextos urbanos son potenciales espacios públicos, capaces de mejorar la calidad de vida de los habitantes que conviven con ellos, siendo en muchos casos, los vecinos organizados, los cuales pueden acceder a fondos públicos para el beneficio de su entorno.
Por lo que precisamente aquí es donde la arquitectura es capaz de articular estas dos condiciones con intervenciones concretas, alineando no solo a los beneficiarios, sino a los actores necesarios para materializar propuestas.
Coronel es una ex ciudad minera, denominada, hoy, como una zona de sacrificio, por los altos índices de contaminación que padece. Sin embargo, el humedal es un oasis urbano en constante recuperación.
Para ello proponemos dos torres mirador, que se encuentran en los extremos opuestos de un área de restauración ecológica, siendo los hitos que la delimitan. Ambas torres son un volumen monolítico y permeable de madera apilada, siendo idénticas como contenedor, pero poseen un contenido diferente en relación con el paisaje que enfrentan. La torre en la cota más alta del sendero contiene una escalera helicoidal cuadrada para develar el humedal que se encuentra oculto durante el recorrido. Mientras que, por otro lado, la torre que se encuentra en la cota más baja del sendero, y en un espacio llano, es un pequeño refugio que contiene un escaño. Donde un vano enmarca el paisaje cercano, y una gran abertura en su cima el cielo.
Ambas torres están construidas a modo de tres cubos de madera apilados que están constituidos por la repetición sistemática de un único detalle constructivo, donde por su proporción, la escala de las torres queda distorsionada entre lo monumental y lo frágil, en un guiño directo a los artefactos abandonados de la antigua industria minera cercana al lugar.
Desde la arquitectura, las dos torres, apuntan a comprobar la tesis de que una serie de referencias en el espacio, son capaces, como única inversión, de transformar lugares como el expuesto en espacios públicos consolidados.