El Museo de Arte Iberoamericano ocupa 1,200 m2 de la planta baja del Edificio Cisneros que forma parte de la Universidad Alcalá. El diseño expositivo del museo toma como punto de partida las intervenciones arquitectónicas que se han hecho a lo largo de la historia del edificio. El proyecto se entiende como una capa adicional que convive con los diferentes elementos históricos: desde sus cimientos cristianos, incluyendo también las expansiones que lo convirtieron en cuartel militar, hasta la renovación contemporánea del museo. El proyecto consiste en un sistema móvil y flexible que multiplica las posibles configuraciones expositivas del museo. Una estructura triangular ligera ofrece la superficie sólida mínima necesaria para los paneles expositivos, obteniendo una mayor visibilidad de las distintas capas históricas, y reduciendo la huella sobre el suelo y las ruinas arqueológicas. El diseño propone una geometría que sirve tanto para articular el perímetro de la sala de la galería como para crear una superficie de exposición alternativa en el centro del espacio, proporcionando metros lineales adicionales para las obras de arte. Mientras dirigen el movimiento del usuario a lo largo de la galería, los módulos ofrecen también un diálogo oblicuo entre las obras de arte y la audiencia.