Los arquitectos debían tomar como referencia la capilla del árbol de Eric Gunnar Asplund
un espacio de encuentro y meditación. Desde ahí, la libertad era absoluta, ofreciendo distintas respuestas que se encuentran en un jardín que había estado cerrado por años y que ahora, gracias a esta intervención, puede volver a disfrutarse como un parque más en la ciudad veneciana.