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¡Felices fiestas!
La filosofía del estudio de arquitectura Arnau parte de tomar en cuenta el sitio, escuchar al cliente, seguir el instinto. Creer en la potencia mágica de la primera idea, en la sabiduría de la inocencia; hacer arquitectura sincera. Aproximarse al detalle de una textura en una fachada y el tacto del respaldo en una silla. Aferrarse a la belleza de un prado de hierba fresca al azar, a la calidez de una beta de madera castigada por el tiempo; a todo lo que es verdad.
Caminar hacia delante, hacia una arquitectura deje sentir la naturaleza como parte de un todo y vivir intensamente.
En aquel Olot de los años veinte, mientras Manuel Malagrida construía el Ensanche Malagrida o “de los ricos”, Rafael Arau urbanizaba el Ensanche Popular o “de los pobres”. Y en este barrio, entre tipologías diversas y desniveles a resolver, se construyó una nueva casa para una familia numerosa. Una fachada principal omnipresente en el proyecto, hace buscar estrategias para mitigar su protagonismo. Y es así como una máquina convertida en fachada neutraliza a otra, el coche, a la vez que propone a otro personaje peculiar dentro de la heterogeneidad de este barrio.
Cuando un solo terreno tiene la ardua tarea de resolver la dualidad de alineaciones de una enforcadura urbana. Entre dos calles que nacen juntas para alejarse en distancia y cota, incorporándose a los restos de una pequeña casa entre medianeras. Medio derrumbada, se tiene que construir una vivienda para una nueva familia. La normativa es abierta, se optó por usar el nudo que religa la complejidad de elementos, calles y formas que confluyen en este denso lugar de la trama urbana.
Después de derrumbarse la antigua casa del cura, en los años sesenta se decidió levantar una nueva casa en base a los muros que quedaban. Sobre esta preexistencia arranca un proyecto de reforma y finalización de una construcción en desuso como nueva vivienda. La responsabilidad de representar el último edificio de una hilera de casas del casco antiguo nos lleva a reinterpretar la compleja y extraña volumetría original. En este sentido, el proyecto plantea reorganizar su composición separándola en dos volúmenes sencillos: el principal, con cubierta a dos vertientes, se elevará dejando a la vista el antiguo zócalo de piedra dando lugar a una planta baja semi – exterior. El volumen secundario se deslizará virtualmente hasta el suelo para recibirnos y acompañarnos hacia la vivienda superior.