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Cuestiones de fondo

Cuestiones de fondo

Texto publicado en Arquine 78 | Exhibir

 

En 2011 se celebró un concurso de arquitectura para reconvertir el edificio de la antigua cooperativa Pau i Justícia en el barrio barcelonés de Poblenou, en la nueva sede de la Sala Beckett, un centro de creación y exhibición teatral que es también escuela de dramaturgos. Las cinco propuestas finalistas ofrecieron un abanico de estrategias y sensibilidades diversas, según la modulación de los grados de intervención en el patrimonio y de interacción con el entorno, de la magia de la caja blanca (¡de nuevo!) a la rotundez de la torre esbelta y sedienta de skyline, de la revisión del equipamiento tipo centro cívico al “espacio encontrado”, remozado con una austeridad de efecto expresionista.

El punto de partida de la propuesta que finalmente resultó ganadora retoma la inquietud de Peter Brook sobre si el hombre “puede existir sin un fondo”, una cuestión central tanto en el ámbito del espacio teatral como del arquitectónico. La conservación de los “fantasmas” del lugar fue el conjuro frente a la frialdad institucional, la solemnidad ligada a la alta cultura, la asepsia de lo nuevo o la “virtualidad real” de los proyectos llamados icónicos. Contra estas cuatro amenazas, Ricardo Flores y Eva Prats perseguían atrapar el aura, esa “manifestación irrepetible de una lejanía”, aunque no en un ejercicio de nostalgia sino con el fin de diseccionarla, recomponerla y finalmente aproximarla, poniéndola a disposición de una arquitectura que antepone los espacios y su ambiente al objeto y su imagen.

El proyecto se basó en el desplazamiento, la reutilización y rehabitación de elementos, materiales, superficies y estancias, tras dibujarlos y catalogarlos uno a uno: carpinterías, puertas, pavimentos hidráulicos, barandillas, muros, escaleras… La labor del arquitecto se ensayaba, en la estrechez de los límites del presupuesto y del programa, como un solapamiento del archivo y la composición, del rigor de la restauración y la imaginación del proyecto. Tal y como Samuel Beckett en sus textos fue evocando relaciones y situaciones a partir de la reducción y la reelaboración de los propios restos de la disciplina.

Se transformó el esquema ortogonal de grandes naves del edificio original y se fue controlando en un conglomerado más articulado, anudando los ámbitos y las visuales, ampliando las posibilidades de cruce e intersección. En una arquitectura relacional basada en mantener la gran escala de los espacios y manipularlos cosiéndolos a base de intersticios y zonas intermedias. Algo que surge en gran medida del trabajo artesano del lápiz y el papel, tras capas y capas de dibujos y redibujos, hasta que las trazas colisionan, los pliegues emergen y la geometría se recrea en una lógica interna repleta de inercias y conflictos, que otorgan una nueva densidad al conjunto, tensando asimismo algunas formas conocidas (las referencias a Asplund, Scarpa o Jujol) que se incorporan al juego como otros materiales más a reutilizar.

La anisotropía se despliega mediante una narración llena de giros argumentales y espaciales, quiebros y sesgos, bolsas de luz y hendiduras, incentivando la teatralidad de una arquitectura de diseño desapercibido o sorprendente, según la escena, acá y allá desplegándose en su acontecer material, en un presente que superpone momentos y tiempos, con la inquietud de unos lugares que permanecen a la espera de cualquier acontecimiento. Labios de terciopelo hundidos en el muro del amplio vestíbulo, como un receso que ofrece un teatro dentro del teatro. Escalones desparramándose aceleradamente sobre un suelo que se prolonga y sale hacia la calle. Muros pompeyanos y paredes repletas de texturas que se menean desde el pasado. Y ese par de ojos enormes y vacíos que rasgan el techo y nos observan al entrar, vertiendo la luz líquida que chorrea desde lo alto de la media luna.

Si la arquitectura del teatro a la italiana es, por su evolución a lo largo de los siglos, un motor perfecto de miradas y ficciones, en la nueva sede de la Sala Beckett convenciones y elementos parecen haber explotado, esparciendo las astillas de la vieja jerarquía a lo largo y ancho del edificio.

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