El Parrish Art Museum, proyectado por Herzog & de Meuron en Long Island, Nueva York es la sede de la institución cultural más antigua de la zona ubicada en Southampton, que a su vez, es el primer poblado al este de Nueva York, fundado en 1640. Esta institución colecciona, conserva y difunde el arte de la región del siglo 19 hasta nuestros días. Buenas piezas de Fairfield Porter, Esteban Vicente, Willem de Kooning o Dan Flavin conforman una selecta colección que difícilmente justificaría la excursión desde Manhattan si no fuera por su contenedor.
Con este museo Herzog & de Meuron dan un paso más en su trayectoria ejemplar con un doble galerón esencial y preciso. Parten del espacio canónico del atelier d’artiste, a medio camino entre establo y granero, donde se privilegia el espacio y la luz. Estos arquitectos que trabajaron cerca de artistas como Joseph Beuys desde sus inicios, se tomaron el tiempo en recorrer los estudios de Jackson Pollock, Roy Lichtenstein, Esteban Vicente y otros tantos, para cuajar el concepto de diseño basado en los estudios de creadores plásticos y la idea de un galerón con luz de norte. El primer croquis de Ascan Mergenthaler -socio de H&dM- ya apuntaba a una doble crujía, cada una con cubierta a dos aguas y circulación central: la pura expresión de forma y función sintonizadas con un paisaje poblado de objetos similares aunque de menor escala. Herzog & de Meuron, con la precisión de los relojeros suizos de su Basilea natal, llevan cada proyecto al límite de sus posibilidades, partiendo de materiales tradicionales destilados en su laboratorio de ideas para revelar la esencia de la materia.
Y así sucede también en el Parrish Art Museum. Si la planta -circulación central, salas a ambos lados- pudiera confundirse con la Menil Collection, proyectada por Renzo Piano en Houston, su forma resultante no podría ser más distinta. La sección prototípica y genérica de la casa o del cobertizo a dos aguas define la morfología del nuevo museo en Southampton. Eluden los nuevos materiales y las soluciones aparentemente tecnológicas para emplear madera de pino trabajada por artesanos locales. Concreto aparente, estructura de acero, luz natural reforzada con tubos de neón, completan la paleta básica que encaja con los valores esenciales de la región y la integridad de los materiales. Así, su simplicidad radical define la forma como resultado de un proceso mental que permite escoger los elementos disponibles que hagan realidad las ideas, concepto y precisión. Los alzados longitudinales no son más que el corte transversal expandido, donde un muro de concreto de veintidós centímetros conforma los doscientos metros de fachada continua. En sus extremos una fachada de pino negro se convierte en tapa. Los aleros de la cubierta inclinada arropan un generoso porche continuo a cada lado. En el interior se suma la colaboración de Konstantin Grcic -el diseñador estrella de Vitra- con un mobiliario rústico y esencial, quizá inspirado en la serie Twin Peaks.
Este museo reciente y atemporal a la vez, conecta con los primeros proyectos de viviendas de Herzog & de Meuron en madera o piedra, donde ya se intuía un inquietante rigor que llevaba al material único, y también tiene cierta conexión formal con el showroom de Vitra en Weil am Rhein donde unas casitas negras con cubiertas a dos aguas y apiladas azarosamente, construyen un complejo y luminoso espacio expositivo. Sin duda el Parrish Art Museum trae toda la carga genética de los arquitectos suizos que desde su esencialidad calvinista se relacionan con los materiales y las tipologías del lugar, conciben el proyecto con precisión constructiva y consiguen dar densidad conceptual a las formas más simples.