Este proyecto nace de cuando la voluntad se une con la casualidad. En el 2016, para la Conferencia Mundial de ONU Hábitat III, el Pabellón de Infonavit, diseñado por La Metropolitana, tenía todo para ser reutilizado, además dentro del discurso institucional el diseño y la conciencia en el uso de recursos son un valor importante, pero carecían de un par local que pueda enfrentar el reúso en Ecuador. Como era un pabellón de buena calidad, lo que hubiera pasado es que después de los seis días del evento, todo iría a las bodegas del proveedor que se encargó del montaje. A pocos metros estaba nuestro proyecto, habíamos ganado el diseño y construcción del Pabellón Alemán, toda nuestra propuesta estaba articulada bajo el precepto de reutilización de todo el material, el pabellón se convertiría en unos prototipos de vivienda que veníamos trabajando para las víctimas del terremoto del 16 de abril del 2016.
Cuando nos conocimos, la conexión fue inevitable y cerramos la alianza. El Pabellón de Infonavit de desmontó y fue a nuestro almacenaje. Lo siguiente sería encontrar que tipo de usos comunitarios puede asumir el pabellón y en donde se lo volvería a montar.
El pabellón estaba armado por dos naves entrelazadas, estas naves tenían la forma arquetípica de una casa, lo primero que hacemos es separarlas y generar dos espacios. Esta acción nos permite tener espacio suficiente para adentro poder funcionar como aulas, comedor, taller, invernadero, etc. Básicamente habilita el espacio para generar actividades que congregan gente de manera muy distinta a una exposición.
La locación se resolvió sola y fue responsabilidad de la oficina con la cual desarrollamos el proyecto -Taller General-. Después del terremoto ellos comenzaron a dar asistencia técnica a la Comunidad de Guadurnal, así que tenían claro las necesidades de la comunidad. El primer ensayo de proyecto fue convertir el pabellón en dos aulas, pero mientras se trabajaba esta opción llegó la ayuda del estado e instaló una nave prefabricada de pvc con dos aulas.
Bien o mal la escuela se había resuelto, la siguiente necesidad era dar respuesta al improvisado comedor de los niños de la escuela. Uno de los problemas que la comunidad citaba siempre en los talleres participativos era que el terreno se inunda en época de lluvias, en los años más críticos ha llegado a 2 metros. La decisión evidente fue elevar el proyecto, y dotar a la planta baja de un uso más efímero, aprovechamos la sombra que en un lugar de costa es vital para generar encuentro y colocamos unas redes para darle un carácter lúdico al lugar, con esta acción se creó un área de encuentro no solo para los más chicos sino también para los adultos.
El proyecto muy rápidamente se volvió icónico en la comunidad, y por sus propios medios decidieron dar un recubrimiento de cemento a las paredes de caña, en ese frenesí de mejoras nos consultaron qué color deberían pintarlas. Como parte del equipo de Taller General que daba asistencia técnica post-terremoto, estaba el artista urbano y diseñador gráfico David Sur, así que a él se le encargó un mural que cuente la historia desde la reconstrucción hasta que se hizo el comedor. Con esta acción el pabellón pasó a ser el depositario de la historia de esta comunidad, que tiene un antes y un después del terremoto.