El nuevo Centro de exploración funcional tiene lugar en uno de los últimos espacios libres del campus principal de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad La Sorbona. El proyecto nace de dos intenciones, por un lado, optimizar el flujo de los diferentes circuitos funcionales con el fin de crear una máquina eficiente, por otro lado, insertar en un conjunto heterogéneo de edificios una forma silenciosa que no pretende destacarse, sino más bien integrarse.
El proyecto ha resultado en un edificio compacto y elegante sin ornamentación. Su envoltura metálica está animada por los cambios que producen la luz natural, los árboles del jardín que la sombrean y los reflejos de las ventanas de los alrededores de los edificios sobre la fachada. Nada de su forma llega a revelar la vocación del edificio. El uso de una gama limitada de materiales permite lograr una sobriedad formal que caracteriza tanto el exterior como el interior del proyecto.
Algunas áreas perforadas en la piel del edificio filtran la luz hacia áreas más ocultas, dotando los caminos interiores que las conectan de una transparencia inesperada.
La organización de la planta resulta del flujo de circulaciones y satisface las necesidades de un entorno de trabajo funcional. Los dos niveles albergan el elemento programático principal: salas limpias y confinadas a las que se accede a través de una barrera estéril, que consiste en laboratorios experimentales y áreas de alojamiento. Estos espacios autónomos se caracterizan por un control muy estricto de la presión y calidad del aire, así como de las entradas de luz.
El techo con vegetación se convierte en una quinta fachada que se adapta y complementa la superficie de césped del parque.
Una pasarela perforada establece un puente físico y simbólico entre el edificio y los laboratorios de investigación en el Quai de Seine, que une el Centro de Exploración Funcional a la herencia de la Universidad de la Sorbona y a su historia.