Ubicada en Juriquilla (al norte de la cultural y gastronómica ciudad de Querétaro), Casa Lujambio consiste en una residencia unifamiliar con una geometría particular, conformada por dos volúmenes de concreto entintado que se repiten y aproximan entre sí, pero que nunca se tocan. La vivienda se desarrolla en 452 metros cuadrados, con una distribución dinámica y fluida que genera un diálogo a través del acercamiento entre las formas y la textura, lo que hace posible la reflexión entre los límites del espacio contenido y la materialidad.
Al acceder, un recibidor da la bienvenida al usuario, rematando directamente hacia un patio con una alberca contemplativa con un árbol en su centro; este espacio se convierte en el corazón de la vivienda, organizando los espacios habitables a su alrededor. La planta baja contiene a las áreas sociales con un esquema de planta libre, donde la estancia y el comedor se comunican visual y espacialmente con la terraza mediante amplios ventanales, dando la sensación de convertirse en una extensión de la misma. A un costado, el estudio y la cocina se descubren tímidamente, contrastando con el resto de la vivienda en relación con sus acabados pétreos y carpinterías en tonalidades oscuras. En su fachada lateral, la cochera es envuelta por dos volúmenes que generan un juego de extrusiones y de alturas.
En su interior, una escalera de carácter escultórico da acceso al primer nivel, descubriendo los espacios privados conformados por la recámara principal, dos habitaciones secundarias, un family room y una terraza. Este espacio de circulación resalta por su doble altura y una gran ventana que genera un encuadre visual hacia un jardín privado. Una de las características principales del proyecto es el uso de concreto enduelado con tonalidades rosas. Este sistema constructivo le otorga una paleta de texturas y colores única al proyecto, haciendo que la vivienda resalte ante su contexto natural y construido.
La premisa de diseño se centró en el diseño esencialista y uso de materiales sobrios, como son el concreto, acero y lambrines de madera, logrando una estética brutalista, pero contemporánea. En los interiores, la aspereza del concreto es suavizada por las tonalidades cálidas de la iluminación natural y del mobiliario. Desde el exterior, Casa Lujambio tiene un carácter monolítico que rinde homenaje a la arquitectura mexicana, y se convierte en una celebración de la geometría, la materialidad y el color. Al interior, la casa hace referencia a la introspección y el silencio, envolviendo al usuario en una atmósfera cálida y confortable.