Entre lo público y lo privado, lo abierto y cerrado, el adentro y afuera, lo móvil y lo fijo, la luz y la penumbra, lo natural y lo artificial, lo artesanal y lo industrial, entremedio de linderos se encuentra el espacio de vida de un gran amigo. La arquitectura es una profesión que intermedia las necesidades del habitar con la transformación de la materia. Los arquitectos se vuelven intermediarios en esa voluntad de poder.
Es curioso cómo las ideas existen en un mundo inmaterial, etéreo, pero se manifiestan en lo material, con la materia. El proceso constructivo intermedia esos universos antagónicos, entre la prueba y el error, entre las expectativas y la realidad. Pararse sobre los hombros de gigantes es situarse en el medio de los avances del pasado y el desarrollo del futuro, tarea inevitable sí asumimos que la arquitectura es la historia de la continuidad.
Con Kahn aprendimos que el apoyo estructural puede convertirse en el apoyo funcional, motivo por el cual toda la cubierta de la vivienda descansa sobre los muebles que configuran el perímetro del terreno. Esa doble función es aplicable al espacio, en donde lo social y lo privado se van entremezclando según el uso. La flexibilidad funcional de la vivienda se ajusta a la condición permutable de los modos de habitar, donde el usuario de la casa se convierte en el arquitecto de esas transformaciones.
Con las construcciones vernáculas locales entendimos que el espacio predilecto en una vivienda es el intermedio, escenario para recibir y compartir. La tierra sin cocción, en formato de ladrillos prensados manualmente, se apila en muros, filtros y bóvedas para construir ese espacio intermedio, donde la ventilación natural atraviesa y se diluyen los límites entre interior y exterior. En el centro de un terreno de 190 m2, un árbol de mango intermedia entre los dos bloques que se separan físicamente, pero se conectan visualmente, logrando una integración espacial desde el muro filtro del frente hasta el muro lindero del fondo. Un espacio construido de 115 m2, que se transforma mediante filtros, puertas y persianas, responde al existenzminimum bajo una perspectiva local, subtropical.
Hallar el punto medio entre lo industrial y lo artesanal forma parte del reconocimiento de los recursos disponibles, en donde el equilibrio entre ambos produce una amalgama tecnológica que genera alternativas a las técnicas constructivas convencionales. El corte a la mitad del bloque de tierra compactada se convirtió en la estrategia constructiva de las bóvedas armadas que conforman la cubierta. Los canales resultantes por el corte de los bloques funcionan como encofrados de las armaduras que reciben una fina carga de hormigón para que trabajen en conjunto.
Estos criterios proyectuales y su correspondiente materialización, que abarcan desde la fabricación de la materia prima hasta el diseño del mecanismo del mobiliario, reflejan el intento de encontrar la síntesis entre el proyecto y su construcción.