A través de una ligera rampa obscura, contenida por una techumbre de acero oxidado y un piso negro volcánico, se descubre al fondo del predio una joven jacaranda bañada de luz. Una hilada corrida de bambú y helechos difumina los limites del terreno, y en él, un alfiler pesado y rotundo. Un núcleo de concreto de 6 metros de lado que nace en los cimientos y se eleva tres niveles. El núcleo como la casa en sí. En él se ubican todas las instalaciones, las escaleras y las zonas más privadas de la casa. El resto de los espacios interiores son volados de acero y vidrio. Estas terrazas envueltas por vidrio se desprenden a partir del núcleo y flotan los espacios que buscan de mayor luz, apertura e interacción con el jardín que las rodea. Los jardines tienen la virtud de formar, deformar y hacer que el espacio sea más abstracto, profundo y compacto. La vegetación, siempre cambiante y sensible a su tiempo. Una casa donde constantemente el interior conversa con el exterior. Se busca que los materiales utilizados se vean igualmente afectados por el paso del tiempo, que envejezcan a la par del sauce llorón que descansa a un lado del espejo de agua. En casa Erasto, cada detalle fue diseñado exaltando la importancia de la artesanía y del detalle.