Un programa especial: una casa de fin de semana para una familia en un terreno extenso, pero destinada a ser la casa principal a largo plazo, define el concepto adoptado para este proyecto. La casa está organizada por un bloque longitudinal de circulación que define su implantación sobre el terreno: una estructura de concreto de tres metros de ancho por 45 metros de extensión que se eleva como una viga.
Este volumen cerrado a la calle y abierto al interior del terreno, alberga los espacios de servicios y una rampa suave que permite interconectar los espacios situados en medios-niveles que acomodan la casa a la pendiente del terreno. Los diferentes planes están organizados en dos bloques —dormitorios y estar— que junto con la barra longitudinal de circulación conforman un vacío central, abierto al paisaje del lado opuesto de la calle, para el cual convergen las actividades de vivencia y las miradas.
Esta plaza está animada por la presencia del agua: una piscina realizada por paredes de concreto y con el mismo piso externo, como una extensión de los planes de convivencia. Ubicada en un barrio cerrado y no urbano, marcado por lotes extensos y casas alejadas, esta disposición en bloques crea una especie de vecindad interna, donde es posible entretener sin veleidades, aplacando la sensación de soledad y aislamiento de estos barrios.
La estructura en concreto es organizada y moldeada según la característica de cada bloque. En el volumen destinado a los dormitorios paredes estructurales cierran los espacios necesariamente más cerrados, mientras que en el volumen de estar dos losas sostenidas por pilares y tirantes de acero alternados definen un espacio más abierto orientado al paisaje circundante.
La estructura del bloque longitudinal admite una solución mixta: rampas de acero atirantadas y también engastadas en la viga de hormigón, que al final es la fachada principal de la casa. La casa es el vacío y el vacío es como la casa.