En la Casa Cercal, el tiempo y el espacio no son dimensiones separadas sino más bien interdependientes. Existe el tiempo que corresponde a los ciclos de la naturaleza, el tiempo de quién habita el lugar y el espacio que está formado e influenciado por él. Alentejo, el lugar donde se encuentra la casa, también es un desafío.
Como dice Miguel Torga en su libro “Portugal”, Alentejo representa “el máximo y el mínimo al que podemos aspirar: el desierto de un sueño infinito y la realidad de un suelo agotado”. La Casa Cercal es, por lo tanto, una propuesta que explora las posibilidades de un nuevo tiempo y espacio en un lugar también marcado y alterado por la novedad de la casa, deseando en última instancia construir un compromiso renovado entre el hombre y el paisaje. Ubicada en un terreno cuya morfología está motivada por una línea de agua que la cruza, la casa se implanta en una de las laderas que divide el río, junto a los restos de una antigua construcción.
La búsqueda de la posición correcta y la orientación solar, en paralelo con una volumetría que busca un diálogo hábil con la pendiente y también la búsqueda del mejor horizonte visual, sintetizan las principales pautas de la estrategia de intervención.
Además, el proyecto buscó cumplir con otros principios: