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¡Felices fiestas!
Dentro de un terreno entre montañas, de topografía compleja, poblado de cedros y encinos de generoso tamaño se proyecta una pequeña casa. El programa, de aproximadamente 200 metros cuadrados interiores, muy reducido a comparación de los 2660 metros cuadrados del terreno, lleva a plantear un esquema que saca provecho de la topografía, a la vez que aprovecha al máximo las vistas y respeta casi la totalidad de los árboles existentes.
Se parte de un esquema en dos plantas ubicadas sobre el terreno a distintas cotas; de modo que cada una funciona como una pieza independiente abierta hacia la vegetación y el paisaje. Las pequeñas áreas para construcción que quedan entre los árboles llevan a proyectar dos prismas, uno privado y uno social que flotan sobre la cañada que recorre el terreno.
El cantiléver sobre el escurrimiento de agua se resuelve con una viga-cajón alabeada generada cuando el muro que contiene el volumen privado gira gradualmente hasta convertirse en una losa. La estructura de concreto que concilia la compleja relación con el terreno soporta dos “cajas” de piedra que se perforan para ventilar naturalmente la casa y aprovechar las espectaculares vistas de las montañas y el bosque. Los muros de piedra y concreto delimitan claramente el corazón del proyecto: un patio longitudinal que desde el acceso se dirige hacia el pequeño bosque de encinos al pie de la cañada.
Al cubrir parcialmente la zona central una simple losa genera un espacio indefinido que resuelve la cochera, forma una terraza hacia el poniente, convierte en solarium el techo del volumen social y se rompe para conectar ambos volúmenes por una escalera lineal. La separación entre plantas combinada con el programa simple de una casa para una sola persona permite en el interior la misma libertad de organización que se consigue en el patio central.
La estrategia de proyecto consigue una distribución libre al interior de cada volumen, en donde el mobiliario define los cambiantes espacios y las generosas ventanas en muros y techos diluyen los límites con el exterior. La libertad de los espacios interiores se enfatiza por el techo de madera que, apoyado sobre muros de carga de piedra, aislados bajo un aplanado pulido, resuelve las cubiertas y entrepisos.
La convivencia de técnicas constructivas modernas con sistemas de construcción tradicionales consigue un intenso diálogo con el entorno.
Generados con la misma laja de las montañas que los rodean los prismas de la casa recuperan el lenguaje propio de la arquitectura del noreste, abstraído por la limpieza del lenguaje moderno.
Materiales y formas contemporáneas y vernáculas se combinan para formar dos sencillas piezas que aprovechan una compleja topografía para volcarse hacia un espectacular entorno natural.