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¡Felices fiestas!
Este fue el encargo de diseño de una casa de playa en un acantilado rocoso con una fuerte pendiente de más de 33m sobre el mar de la histórica bahía de Ancón en Lima, Perú. Dada la gran cantidad de ambientes que requería la casa, tanto para la zona familiar (7 dormitorios) como para el extenso programa social, debía desarrollarse en 6 niveles.
El reto mayor consistió en evitar una volumen demasiado grande, con la escala y apariencia de un edificio residencial y, en cambio, lograr espacios lúdicos que aprovecharan el hermoso paisaje del balneario.
Para ello, cada nivel toma su propia lógica espacial y formal. La casa es una cascada de volúmenes -informalmente apilados- que van generando terrazas abiertas al mar. La enorme riqueza arquitectónica moderna de los años 50s y 60s que existe en Ancón, fue tomada como referencia para encontrar un lenguaje apropiado al sitio: una casa Anconera. Para evitar una unidireccionalidad de los espacios, la evidente atracción que constituye la preciosa vista al mar, se balancea hacia el cerro con un gran espacio cavernoso de cuatro niveles, iluminado cenitalmente y con una frondosa vegetación.
Interiormente, cada transición entre un nivel y el otro se plantea de forma diferente para lograr la mayor diversidad espacial mientras se recorre verticalmente la casa: una escalera piranesiana colgada dentro del vacío conecta con puentes el volumen de acceso y dormitorio principal con el de la sala comedor y cocina. Una escalera recta que baja en dirección al mar lleva hasta el nivel de bar y terraza donde la piscina en voladizo se funde en infinity con la bahía. Desde allí, una escalera se mete dentro de la roca del cerro para bajar a los niveles de los cuatro dormitorios secundarios y en un siguiente tramo al de los dos dormitorios de huéspedes inferiores. Finalmente una escalera abierta zigzaguea por el acantilado hasta llegar al mar.
Para evitar contrastar demasiado con el paisaje en el que se encuentra, la materialidad de la casa usa la propia roca del terreno y un concreto expuesto (rojizo como el del color del cerro) esperando que el viento con el paso del tiempo lo vaya integrando aun más, mientras la propia vegetación de sus jardineras crezca y se descuelgue hasta cubrirla con un velo verde.