La Capilla del Silencio se sitúa en el límite entre el vasto bosque salvaje que domina el paisaje del valle de Botticino y un viñedo. El proyecto actúa como un umbral entre los dos sistemas territoriales. La Capilla es laica: es un lugar de culto, silencio y oración, apto para todos. Una vez en la entrada, recibe un colector de agua de lluvia monolítico, hecho de mármol de Botticino excavado en la superficie.
El primer espacio de la Capilla desemboca en un fragmento de madera, enmarcado por una abertura de hierro, que prepara emocionalmente la “oración” de lo que está por venir, e introduce un vínculo mesurado con la naturaleza. El segundo y principal espacio enmarca el bosque exterior y un menhir de mármol de Botticino. No hay montaje preconstituido, solo unas grandes almohadas de cuero que se pueden arreglar como se desee y una cortina que regula los niveles de intimidad con el exterior según se requiera. El estudio de la forma parte de un análisis cuidadoso de los arquetipos locales, de tal manera que se forme un elemento contemporáneo evocador de imágenes familiares y que forme parte de la memoria colectiva.