¿Cómo debe ser ese primer espacio que experimentamos? ¿De qué material debe ser para que el recién nacido y la madre se sientan abrazados, protegidos, curiosos? La respuesta de Anna Heringer y otros arquitectos fue una cueva de barro, más bien un “vientre” del exterior, luz cálida, un acústico, texturas de cal y yesos de tierra en tonos ocres cálidos y tablillas en varios tonos rojos.
El objetivo de este proyecto es crear conciencia sobre cómo los espacios y los materiales pueden también apoyar en los procesos fisiológicos, en particular para dar a luz. El objeto anima a centrarse más en los sentidos, donde se puede adoptar y probar diferentes posturas de procreación. Una parturienta activa trabaja con la gravedad, estar de pie, sentarse, arrodillarse, colgarse y moverse apoya el proceso de nacimiento.
El proyecto fue posible gracias al crowdfunding. Más de 500 personas de la región apoyaron la campaña de crowdfunding y muchos voluntarios ayudaron con la parte operativa de construcción.
El espacio de nacimiento es parte de la exposición del 20 aniversario sobre el tema del “nacimiento” en el Hittisau Frauenmuseum Hittisau y se utiliza para talleres.