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Aulario UDEP

Aulario UDEP

Presentado por:


Nombre del proyecto: Aulario UDEP
Arquitectos:
Barclay & Crousse Architecture (Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse)
Asistente: David Leininger
Diseño estructural: Higashi Ingenieros
Seguridad contra incendios y evacuación: ESSAC Engineering
Instalaciones eléctricas y electromecánicas: MQ & Ingenieros Asociados
Instalaciones sanitarias: Equipo “G” S.A.
Cliente: Universidad de Piura (UDEP)
Gerencia externa: SICG SAC
Gerencia de Infraestructura: UDEP – Gonzalo Escajadillo
Contratista: Huarcaya Construcción – Ingeniería
Área Techada: 9,400 m2
Fecha: 2016
Ubicación: Piura, Perú
Fotografía: Cristóbal Palma


 

Este proyecto es ganador del  Mies Crown Hall Americas Prize (MCHAP) 2018:

El edificio se sitúa en un campus enorme en el borde de Piura, una ciudad construida sobre un oasis natural en el desierto del norte peruano, cerca de Ecuador. El campus es refugio de una notable muestra del bosque seco ecuatorial, principalmente conformado por algarrobos sobre una tierra arenosa. Las políticas nacionales han impulsado a los estudiantes rurales de bajos recursos a inscribirse en universidades privadas, fomentando la creación de espacios de aprendizaje adicionales para acomodar a una creciente población estudiantil y docente.

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Este nuevo paisaje para el aprendizaje estimula la enseñanza fuera de los espacios clásicos. El reto principal fue el de construir un edificio que armonizara con un bosque seco, reduciendo lo más que se pudiera la huella de carbono y pudiendo integrar al edificio la vida al aire libre de los nuevos estudiantes. El edificio se levanta como una nueva tipología educativa creada bajo cuatro preocupaciones principales:

Un nuevo paisaje para el aprendizaje: El edificio ofrece espacios que pueden enriquecer el aprendizaje, enfocados en facilitar la calidad de vida al igual que en apoyar la experiencia de la enseñanza. Para lograr esto, el edificio estimula el aprendizaje informal, fuera de los espacios pedagógicos clásicos. El aprendizaje puede suceder donde sea y cuando sea, mezclando tecnologías móviles con actividades sociales en los múltiples espacios que no tienen una función designada.

Sentido de comunidad: La creación de espacios no designados para que los estudiantes trabajen juntos fuera de los salones de clase contribuye a crear sentido de comunidad, donde los intereses compartidos desarrollados a través de redes se enriquecen por una interacción cara a cara.

El edificio como campus: Aunque claramente está definido por una figura cuadrangular de 70×70 metros, el edificio está compuesto por once estructuras independientes, de dos y tres niveles en altura, bajo amplios techos en voladizo que emergen de cada uno, dando sombra sobre múltiples espacios de circulación y reunión. Tiene una planta baja permeable que favorece atajos a través del edificio cuando se camina en el campus.

Espacio y clima: Creando una zona de confort en el clima permanentemente soleado, caluroso y seco del desierto del norte peruano, los espacios abiertos y sombreados nutren la vida académica de la misma manera que el bosque seco permite vivir en el desierto.

El proyecto trata de borrar límites entre el espacio del campus, el aprendizaje informal, los salones formales de clases, los espacios laborales y los sitios para comer. Reúne estudiantes y docentes como iguales, ya que alienta encuentros casuales entre ellos. El edificio también crea una nueva centralidad para el campus, imaginando redes superpuestas de lugares atractivos, los cuales pueden ofrecer opciones para los usuarios generando sinergias a través de adyacencias y la agrupación de instalaciones.

Las once estructuras y los espacios en el interior crean un nuevo paisaje para el aprendizaje, estructurado alrededor de una circulación racional en forma cuadrada, facilitando la orientación.
Al mismo tiempo, los espacios creados entre ellos son laberínticos y se comportan como intersticios, creando una serie de posibilidades no previstas para la reunión, el descanso y el paseo.

Estos espacios representan un oasis de frescura, donde las separaciones entre los techos en voladizo aseguran una ventilación natural adecuada y una iluminación subyacente. Las fachadas están equipadas con persianas verticales prefabricadas, dependiendo de la orientación en el entorno tropical, asegurando el control solar en el perímetro.


Puedes encontrar los proyectos finalistas del MCHAP en nuestro número especial No.85 de la revista Arquine.


Barclay & Crousse participan en MEXTRÓPOLI 2019.

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