El 24h Museum abrió el 24 de enero sólo por 24 horas en el histórico Palais d’Iéna de París, diseñado por Auguste Perret; un proyecto del artista Francesco Vezzoli, auspiciado por Prada y en colaboración con AMO. La instalación de AMO presentó lo efímero de las artes junto con un profundo entendimiento del espacio, dividido en tres secciones, cada una inspirada por una particular tipología de espacio museístico: histórico, contemporáneo y memoria. Las tres secciones funcionaron como la secuencia de eventos sucedidos en las 24 horas que vivió el museo.
En las tres secciones creadas por Rem Koolhaas, Vezzoli dibujó un “museo inexistente” donde exhibió su muy personal tributo al eterno allure femenino a través de la reinterpretación de esculturas clásicas referentes a las divas contemporáneas. La visión de Vezzoli es la de un museo que vive solamente 24 horas y que también es la celebración de un rito colectivo que mezcla a los visitantes, su egocentrismo, el complejo de Edipo y las visiones nocturnas. Con esta nueva instalación, AMO y Vezzoli continúan la exploración de las influencias recíprocas y el rompimiento de límites en las artes visuales y el manejo del espacio. La propuesta refleja la idea del museo como un laboratorio social, ahondando en los diferentes tipos de espacios de exhibición y rituales que los enmarcan: desde los clásicos museos del siglo XVIII hasta las máquinas propagandísticas como el Haus der Kunst en Munich; desde los compartimientos de arte informal al prístino cubo blanco hasta la comercialización de los museos públicos.
En lugar de un mismo espacio museográfico, las tres salas de AMO se convirtieron en un collage de espacios con diversos tamaños y calidades; un imaginario y efímero museo que presenta una secuencia de los rituales desarrollados durante las 24 horas de vida que tuvo la instalación. El área más grande de la instalación, experimental y contemporánea, situó una jaula monumental con luces neón que logró transformar al espacio en una gran nave psicodélica de concreto y metal. Al centro, clásico y propagandístico, se colocaron tres grandes cortinas rojas que delinearon los claroscuros de las áreas de exhibición. En un recóndito espacio, el contenedor logró una forma inspirada dentro de las inaccesibles bodegas y archivos de los antiguos museos con un nuevo carácter impulsivo que rompe barreras entre las artes que lo conforman. Con una vida corta pero productiva, la instalación de AMO logró vincular a los visitantes con un inexistente museo construido dentro de un edificio histórico.
Fotos: Cortesía 24h Museum