27 mayo, 2013
por Arquine
A la hora de enfrentarse al proyecto y diseño de un fragmento de ciudad debe existir un equilibrio entre varios aspectos, desde lo social, hasta la gestión de recursos, lo territorial o el mercado. Cuando este equilibrio se rompe y se imponen aspectos como la sola especulación sin atenerse a un verdadero estudio de las necesidades urbanísticas el resultado puede ser, cuanto menos, poco agraciado.
Posiblemente España no sea (ni será) el único país que ha desarrollado esta tendencia de crecimiento basada en el ladrillo, pero si es sin duda sobre el que más se ha escrito en los últimos años. La expresión ‘se acabó la fiesta’ ha sido ampliamente utilizada para ilustrar el caso en diversos medios internacionales, donde se los efectos de la crisis inmobiliaria, que afectó por igual a miles de empleos – directa o indirectamente relacionados con la construcción – y al paisaje. Así, realizados con una mirada a corto plazo que sólo buscaba el rápido beneficio económico, se desarrollaron por toda la geografía miles de urbanizaciones que nunca se acabaron de convertir en ciudad.
De entre todas las formas de ilustrar este paisaje dañado, es sin duda la foto aérea – ahora más accesible que nunca gracias a Google – la más utilizada. Hay varios ejemplos, como el trabajo de la arquitecta Julia Schulzdorn Burg que las utilizo acompañando a las fotografías que realizaba por los recorridos de este territorio a pie, o la exposición 5 X 50 (5 paisajes por 50 años), que recogía diverso material de archivo para representar el cambio a lo largo del tiempo. Este uso del antes y el después para ver como se ha modificado el paisaje es punto de partida del proyecto Nación Rotonda, realizado por los ingenieros Esteban García, Rafael Trapiello y Miguel Álvarez, que surgió cuando se dieron cuenta de “la cantidad de urbanizaciones sin edificar que han surgido en las periferias de los pueblos de España en los últimos años”, de las que sólo quedan sobre el territorio las carreteras, las farolas, los servicios de abastecimiento y saneamiento, pero falta aquello que constituye una ciudad, la vivienda y, sobre todo, la gente que las habita. Donde antes “todo era campo” ahora quedan parcelas vacías y calles que las delimitan y donde destaca un objeto que se muestra como constante: la rotonda, dispositivo urbano que busca facilitar la movilidad del coche y que se ha convertido en los últimos años en “el elemento común por antonomasia” del paisaje español y que da título al proyecto. “España ha sido siempre un país en permanente conflicto entre sus distintas identidades nacionales. Por una vez, parece que hemos sido capaces de ponernos todos de acuerdo en algo”. Las rotondas, que habitan todas las periferias de las ciudades españolas, podrían ser vistas como monumentos a la especulación y, también, al coche particular, que sigue siendo una imposición prioritaria en el diseño; consecuencia también que muchas de estas zonas o se encuentran alejadas de los centros urbanos – en terrenos donde el suelo era más barato – y que carecen de servicios, obligando a tomar el automóvil particular como principal forma de desplazamiento.
Vilajoyosa, Alicante. 2006-2012
Escúzar, Granada. 2004-2011
La Malahá, Granada. 2004-2011
Moreaga, Bizkaia. 2002-2011
Els Arenals del Sol, Alicante. 2002-2012
Costa Ballena, Cádiz. 2003-2012
Ávila (Sur). 2007-2010
Guadalupe de Maciascoque, Murcia. 2000-2012
Cala de Mijas, Málaga. 2003-2012
Quer, Guadalajara. 2005-2009