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Columnas

Mutante: un diseño “sin órganos”

Mutante: un diseño “sin órganos”

15 junio, 2022
por Aura Cruz Aburto | twitter: @auracruzaburto | instagram: @aura_cruz_aburto | web: academia.edu

Hojeo las revistas de arquitectura y diseño, o bien, hago scroll en una pantalla. Una y otra vez me topo con objetos de diferentes escalas, formas, texturas: objetos de diseño, objetos arquitectónicos. 

Por supuesto, estos objetos son algo más que tales: generan efectos, constituyen experiencias sensibles; sin embargo, pocas veces se repara, no sólo en su aspecto perceptual, sino en su fuerza afectiva (sensación). ¿Cuál es la diferencia? De acuerdo con Suely Rolnik, si la sensibilidad es la forma en que entramos en relación con la alteridad –con lo otro–, esta tiene dos manifestaciones posibles: la percepción y la sensación. La primera se vale del reconocimiento de formas que nos son conocidas, de esta manera el mundo es objetivado. La segunda, la sensación, recibe el influjo sensible del mundo en tanto fuerza afectante; en esta medida, no se conforma un objeto al que podemos conocer, sino que se siente la fuerza de la alteridad sobre nosotros. Esta segunda expresión de la sensibilidad es la que posibilita la creación de nuevas expresiones artísticas, de nuevas prácticas políticas ya que, a diferencia de la percepción, no recurre a formas de reconocimiento preexistentes, sino que, dada la novedad que enfrenta, se orienta a la creación de lo inédito.Siguiendo esta segunda forma de la sensibilidad ¿cómo, entonces, podría hablarse de un diseño de cuño afectivo? ¿Cómo ir más allá del mero análisis sensorial de los espacios, de los objetos? 

 

 

Mutante

En un lugar de la Ciudad de Lima llamado Puente Piedra, de montañas de arena imponentes y de habitantes de gran determinación, hace alrededor de 4 años, el colectivo Diseño Detonante filmó un pequeño, pero potente, corto cinematográfico llamado “Mutante”, de la mano del Proyecto “Quijote para la vida”. 

Hace unas semanas, tuve el honor de presenciar la proyección de Mutante cercana a la cima de una de esas montañas que se habitan a base de esfuerzo y convicción por diversos migrantes que llegan a la Ciudad de Lima en busca de oportunidades para salir adelante. En esa misma montaña, se encuentra una Ollita Común: una forma de organización autogestiva que las mujeres del lugar han llevado a cabo para asegurar no sólo la sana alimentación de los niños de la comunidad (por que es así: son los niños de la comunidad, no los niños de tal o cual familia únicamente, son los niños de todas) sino también el cultivo del pensamiento, la imaginación y el conocimiento de estos. Son las mismas mujeres de esa Ollita Común quienes se han encargado de coordinar a la comunidad en conjunto con el Proyecto “Quijote para la vida” y Diseño Detonante quienes ha llevado el cine a ese lugar que podría parecer remoto.

Así, Mutante se ha proyectado y se ha completado con las voces de las niñas y los niños quienes han continuado la pieza proyectada que visibiliza las fuerzas que dotan de vida a una montaña árida y la hacen florecer. Estas fuerzas son las mujeres de la Olla Común, son las y los niños, son los hombres que habitan la montaña. Son elles también que hacen mutar al Mutante cuando este se completa en el diálogo de los que inicialmente parecían ser meros espectadores. Baste decir que Mutante no es un filme de narrativa fija, es más bien una máquina de guerra que provoca a pensar a quienes lo atestiguan para, de esta manera darle cada vez, en cada “espectador” una nueva vida. “Mutante” es una pieza-afectiva que convoca al pensamiento y al encuentro colectivo de quienes la miran y la rehacen con sus propias interpretaciones.

 

Diseño ontológico

Ante este texto, podría argüirse que estamos hablando de cine y no de diseño. Pero ¿qué estamos entendiendo por diseño? 

Por supuesto que, si pensamos que el diseño necesariamente se limita a la producción de objetos de diferentes escalas, donde lo que prima es el dominio de la composición de diferentes dimensiones, el Mutante difícilmente puede ser entendido como diseño. Sin embargo, si apelamos a la noción de Diseño ontológico, las cosas cambian.

El diseño ontológico es planteado hoy por diversos pensadores, entre ellos Anthony Fry. Fundamentalmente, el sustrato de este concepto es que el diseño no es meramente una operación instrumental de resolución de problemas dentro de un marco de vida previamente dado sino que, el diseño en sí mismo perfila al ser en tanto tal: “el diseño nos diseña”. Es decir, si bien es cierto que algunes humanes diseñan (cuando en realidad todes deberíamos contar con esa posibilidad), eso que es producido, rediseña de vuelta lo que les seres humanes somos. 

Esta comprensión del diseño tiene diversas implicaciones. Entre ellas, que el ser humano no es un ente terminado sino en un constante rehacer que se ve modificado por sus propias decisiones pero, también, por otras fuerzas que le rebasan. Es aquí que podemos hablar de horizonte biocultural y que nos vemos enfrentades a superar la típica diferenciación entre naturaleza y cultura.

Ahora bien, ¿en qué medida un pequeño audiovisual puede ser considerado diseño? Probablemente la noción de aparato permita aclararlo.

 

El diseño como aparato: ¿qué es un aparato estético? 

Jean-Louis Deotte, filósofo francés, dando continuidad al pensamiento de Walter Benjamin, propone la noción de aparato. Aparato no se refiere meramente a un artefacto técnico, sino, en efecto a un andamiaje técnico que, a su vez, hace aparecer (de ahí la palabra aparato) lo que antes escapaba a la sensibilidad. En este sentido, Deotte sostiene que la perspectiva, la fotografía, incluso el psicoanálisis ha abierto horizontes sensibles antes inexistentes en el continuum histórico, es decir: han hecho época.

Ahora bien, es importante no confundir aparato y dispositivo. El dispositivo no irrumpe con nuevas formas de sensibilidad, no hace época, sino que constata y refuerza a partir de la reiteración de espectáculos sensoriales una manera ya dada de entender el mundo que suele ser heteronomía. Es decir, el dispositivo enajena y abona al espectáculo, si bien hace uso del lenguaje sensorial para ello.  

Si el diseño da forma, reforma, de-signa, es decir que da sentido al mundo (y, obviamente no sólo en un nivel simbólico sino también material), se nos presenta tanto como dispositivo que como aparato. El diseño es, pues, la acción de reconformación humana sobre la existencia que, a su vez, se ve afectada por fuerzas otras involucradas en esta acción. 

 

Mutante: aparato estético para rediseñar el mundo

Mutante es, sin lugar a duda, un audiovisual. Sin embargo, su existencia no se limita a la emisión fílmica sino a lo que sucede después de ella en el diálogo abierto que se hará con los que, tan sólo inicialmente, eran espectadores. En este sentido, Mutante se recrea cada vez que es visto y reapropiado. Mutante es una experiencia inicialmente cinematográfica abierta a la interpretación que se consolida cada vez como la apertura al diálogo y encuentro de imaginación colectiva en acción. 

En la proyección que tuve la felicidad de presenciar, la experiencia Mutante “cerró” con un llamado de una de aquellas jóvenes madres de Puente Piedra a seguir construyendo un mejor mundo posible para su comunidad, para sus infancias. Cerró también con un llamado de uno de los niños protagonistas del filme: “Imaginen”. ¿Qué no es esto un acto de diseño afectivo? ¿Es posible pensar el diseño más allá de sus constricciones sustancialistas ancladas al objeto de diferentes escalas?

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