Los dibujos de Paul Rudolph
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20 noviembre, 2016
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
Mientras la Galería Nacional de Berlín que proyectó Ludwig Mies van der Rohe está siendo remodelada integralmente por David Chipperfield –sin límite de tiempo ni presupuesto– para dejarla aparentemente como la vio Mies desde su silla de ruedas, un nuevo museo del siglo XX va a emerger a su lado.
En 2014 el Parlamento alemán decidió apoyar la iniciativa de la Secretaría de Cultura con 200 millones de Euros para llevar a cabo un nuevo museo entre la Filarmónica que Hans Scharoun proyectó en 1956 y la Galería Nacional inaugurada en 1968, a pocos metros del muro que dividió en dos a Berlín. Durante décadas el abrumador acervo de arte moderno se mostró fragmentadamente, en entregas parciales, por falta de espacio suficiente en la Galería Nacional. Esta nueva sede nace con la vocación de albergar y exhibir permanentemente el arte del siglo XX y las colecciones Marx, Pietzsch y Marzona, así como la biblioteca de Arte. Junto con la Galería Nacional el nuevo edificio formará una unidad tanto en contenido como en función. En un futuro, ambos estarán unidos bajo tierra por salas de exposiciones, si bien cada uno conservará su independencia y sus accesos.
Una convocatoria abierta de ideas que se llamó “el museo del siglo XX y su integración urbana” antecedió un concurso entre 10 seleccionados y otros tantos invitados directamente por los organizadores. Quedaron atrás las losas de Zaha Hadid y las alabeadas de Fujimoto, los prismas de Chipperfield y los de Perrault, las esponjas de Lacaton & Vassal o las de Riken Yamamoto, las cajas de Sauerbruch & Hutton y las de Emilio Tuñón. Finalmente el jurado conformado, entre otros, por Roger Diener y Enrique Sobejano, centraron la discusión entre siete finalistas:
El proyecto de O.M.A. remite a una montaña cortada por dos diagonales que dividen el edificio en cuatro partes para responder a su contexto más inmediato. Reiner de Graaf –una de la cabezas de la Oficina Metropolitana de Arquitectura que lidera Rem Koolhaas– decía que sus edificios operan desde el contexto y reaccionan con proyectos anodinos cuando el lugar es formalmente excesivo (ponía a Dubai como ejemplo). En esta propuesta, donde el contexto es de una calidad exquisita, fueron de nuevo coherentes proponiendo un edificio torpe y confuso.
Los arquitectos berlineses STAAB apostaron por una estructura polimórfica que fragmentaba el programa en infinitas salas subterráneas y en superficie, liberando espacios abiertos en planta baja al estilo de los cuerpos proyectados por Scharoun.
Los también alemanes Bruno, Fioretti, Marquez –que quedaron en tercer lugar-, diseñaron una caja con lucernarios que iluminarían el interior diagonalmente, dialogando discretamente con los vecinos –la Filarmónica y la Galería Nacional.
SANAA (Kasuyo Sejima & Ryu Nishizawa) a su vez, creaban un inmenso y delicado invernadero casi vacío en planta baja, que exigía una superficie subterránea excesiva.
Los daneses Tundgaard & Traberg –segundo lugar- construían un edificio ameboide, y Aires Mateus, diseñó una sólida envolvente de concreto que flotaba sobre un terreno corregido topográficamente, para liberar unos grandes patios en el espacio confinado. Esta refinada propuesta que parecía más brasileña que portuguesa, se conectaba mal con la Galería Nacional, por lo que quedó descartada.
Ganó el equipo de Jacques Herzog y Pierre de Meuron con una caja revestida de celosía de tabique aparente, con cubierta a dos aguas, a medio camino entre una carpa de fiestas y un mall. Una vez más, con una propuesta irritante e insolente, los suizos repiensan lo que podría ser un museo de arte contemporáneo. No dialogan ni se someten. Quizá ofenden, desde una propuesta esquemática que se articula sobre dos ejes perpendiculares a distintos niveles. El acceso en planta baja sobre la fachada larga y eje corto, y el eje largo e interior en el subterráneo que se conecta con la Galería miesiana, son los trazos que liberan cuatro grandes espacios iguales en cada nivel.
La suerte está echada, y si bien cabe cuestionar si la ubicación del foro cultural adosado al muro berlinés -adecuada para la guerra fría- sigue siendo deseable dentro de la morfología urbana del Berlín unificado, la provocativa propuesta ganadora da la voz a los más destacados tenores de la opera arquitectónica contemporánea.
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