Empezar de cero. Los metabolistas japoneses
Una planeación urbana sistemática, que responde de manera flexible a las circunstancias debería dominar, o al menos ser parte clave [...]
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¡Felices fiestas!
22 julio, 2014
por Mónica Arzoz | Twitter: marzozcanalizo
El tema de “movilidad” no es algo nuevo. En los últimos años la “movilidad urbana” se ha puesto de moda dejándose escuchar por todos lados, desde discusiones y propuestas entre urbanistas o arquitectos, hasta discursos por parte de las autoridades, noticias titulares en medios, e incluso lemas publicitarios.
Según el diccionario de la Real Academia, movilidad es simplemente la capacidad de moverse o de recibir movimiento, lo que nos lleva a decir que la movilidad urbana es la capacidad y/o posibilidad de moverse en la ciudad.
Las ciudades construidas por y para el vehículo privado, el continuo crecimiento horizontal no planeado de éstas y el aumento de las distancias entre las zonas residenciales y centros de trabajo, ocio o comercio hacen de la posibilidad de una movilidad cotidiana natural, con trayectos cortos y recorridos agradables, algo imposible. Tal es el caso del Distrito Federal, que en el 2011 fuese nombrada por el IBM, la ciudad con procesos de movilidad más dolorosos a nivel mundial.
Con 8.8 millones de habitantes -21.2 en la zona metropolitana- y fungiendo como centro político, económico y cultural del país, es entendible que ciudad de México presente grandes retos en cuanto infraestructura, servicios, transporte y calidad de vida. Con un número de que asciende a 4.2 millones de viajes metropolitanos al día y una red vial superior a 10,000 kms dentro del DF, de acuerdo con la SETRAVI, es evidente que uno de los retos más importantes que enfrenta nuestra ciudad es el tema de la movilidad y el transporte.
No es cosa fácil entender todos los factores y variables que están involucrados en las dinámicas de movilidad en un centro urbano. Todos los días, los ciudadanos deben desplazarse por la ciudad o acceder a ella, ya sea para trabajar, ir a la escuela, de compras, o cualquier otra razón; la movilidad es una necesidad humana. Cada uno de estos viajes tiene una razón de ser y un motivo por el cual, el individuo tomará la decisión en cuanto a la modalidad que elegirá para transportarse. Esta decisión va de acuerdo a sus necesidades y prioridades, tiene como factores principales a tomar en cuenta el tiempo, el costo y el confort. La prioridad que cada individuo da a cada uno de ellos está directamente relacionada con la oferta (en este caso escasa) de opciones de transporte y su poder adquisitivo.
Para explicar el por qué de las deficiencias en movilidad, podemos encontrar varios culpables y pocas soluciones. Que si hay demasiados coches y poca infraestructura, que si el transporte público no se da abasto, que si la geografía de la ciudad, que si la inseguridad, que si es culpa del uso del suelo mal planeado, son solo algunos de razones que escuchamos todos los días. La realidad es que no es culpa de un sólo factor en específico, sino que del conjunto de todas ellas.
La frustración y el malestar son sentimientos y sensaciones que comúnmente acompañan al viajero en una ciudad como esta, y aunque en los últimos años se han implementado acciones para mejorarla, la realidad es que todavía falta mucho por hacer. Sin embargo, pocas veces se piensa las implicaciones que tiene la ausencia de movilidad urbana a nivel espacial en la retícula urbana. Qué sería de todos los espacios actualmente utilizados para fines de resolver las necesidades de falta de una movilidad urbana funcional, como es el caso de estacionamientos, segundos pisos e infraestructura vial, si estos pudieran ser usados con otro fin. Qué pasaría si la inversión que actualmente representan estos espacios, tanto públicos como privados, pudiera ser utilizada de manera más inteligente, ofreciendo ms opciones, y creando espacios para intermodalidad a los habitantes de una ciudad como el Distrito Federal.
Si llenando agujeros y articulando la red vial con la del transporte público, ciclo-vías, andadores peatonales de la ciudad, lograramos una red de movilidad funcional, ofreciendo mayor cantidad de opciones de traslado a los ciudadanos, ¿podrìamos implusar el cambio de mentalidad hacia una movilidad más eficiente? ¿Mejoraría la calidad de vida de los habitantes?, ¿Fomentaría a éstos a elegir un medio de transporte menos ineficiente?
La manera en que nos movemos en una ciudad hoy en día no es lo mismo que antes. Ésta se ha visto radicalmente afectada por la tecnología, que, aunque ha tenido un impacto positivo en la eficacia y funcionalidad de la movilidad, tambien ha tenido una importante colaboraciòn en la perdida de habilidad del ser humano para vivir la experiencia de la ciudad. Experimentar la ciudad, usar el momento de traslado como una herramienta social y como un momento de interacción entre los habitantes, ha sido remplazado por llegar de punto A a punto B de la forma más rapida posible. Es esta constante necesidad de movernos rápido, la que nos ha quitado la capacidad de experimentar, vivir y ver nuestra ciudad. Volver a mirar, aprender a movernos en nuestro entorno, es parte de un proceso de cambio de cultura por el que estamos atravesando. Hay que aprender a usar lo que la tecnología nos ofrece y sacarle más provecho, promoviendo una movilidad urbana màs eficiente, multimodal, y sobre todo, una movilidad urbana más social. El reto es crear nuevos espacios y momentos para la interaccion social, mejorando asi, la calidad de vida de sus habitantes.
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Algunas ciudades se expanden casi imperceptiblemente a diario, zonas que no han sido previstas para habitar son ocupadas, divididas, lotificadas [...]