Espacios. Memorias de una ausencia: Un paseo por espacios que evocan a quienes ya no están con nosotros.
A mi hermana Carla; mis sobrinos Andoni, Carla y Maite, Nico, Kelly y Greg. A mis amigas y amigos Alejandro, [...]
16 julio, 2021
por Jose Maria Wilford Nava Townsend
Tras recorrer el edificio del Secretariado, se nos permitió entrar a la Asamblea, famosa por su pórtico de curvatura invertida y el cilindro hiperbólico que contiene en su interior el recinto de acuerdos. Aquí, al entrar nos retiraron cámaras, teléfonos celulares y hasta los cuadernillos que llevábamos mis colegas Pilar Álvarez, Pablo Serrano y yo para croquisar, es decir, nada podía ser registrado desde el interior más que la experiencia del espacio en la memoria.
Así que compartiré fotos del exterior mientras que, del interior, intentaré que las descripciones transporten a quienes amablemente leen este escrito, a las sensaciones vividas.
Por el sentido en que fue hecho nuestro recorrido, ya desde la azotea del secretariado se levantaba la expectativa del edificio que hoy comento, enmarcado desde el marco sombreado que fue puesto, evidentemente por Le Corbusier originalmente, para servir de reposo sombreado de contemplación hacia el conjunto.
Se transita entre el Secretariado y la Asamblea, por un puente que liga a nivel los espacios abiertos de ambos edificios, pero nosotros, al no ser parte del movimiento oficial, tuvimos que descender al espacio destinado para los autos, para volver a ascender a la plaza climatizada por un gran espejo de agua del edificio donde se construye el diálogo democrático. No estuvo nada mal, ya que desde ahí, se podía observar el ya mencionado puente, cuyas perforaciones rememoran las manchas pintas de pelaje vacuno, y justo en un punto, su dirección se encuentra con la bóveda de cañón invertida que forma el porticado donde se tensiona la gran explanada con el eje que remata al lado contrario, con la Suprema Corte de Justicia. Es uno de esos puntos donde la arquitectura se convierte momentáneamente en una escultura cubista, generando la analogía del Cebú sagrado.
La envolvente exterior de la Asamblea es un juego de escalas donde las celosías de que envuelven en tres orientaciones a los espacios de oficina, ajustan y dialogan con la del Secretariado, mientras que el gran pórtico asume la responsabilidad de tomar la dimensión de la gran explanada ayudado por el reflejo que, en momentos donde la brisa se calma, genera el enorme espejo de agua duplicando su dimensión. Observar el pórtico desde la plaza, con el telón de fondo del secretariado continuándolo, es una experiencia espacial totalmente distinta a la que se vive estando dentro de éste, visualizando el gran eje bajo la sombra. Ahí, sorprende el detalle donde la bóveda de cañón invertida, no se toca con el edificio, dejando pasar una luz rasante que acentúa la geometría de la cubierta curva.
El edificio cambia según su fachada, su orientación y el espacio exterior con quien debe dialogar. Es un edificio actuante en su entorno, no es un objeto, está vivo. La construcción no es particularmente grande o pequeña, pero en cada uno de los espacios externos a los que mira, pareciera tener la escala específica de estos.
Pasando al interior, mi primera impresión de espacio es un bosque de pilotes, muy coherentemente con los famosos 5 puntos de la arquitectura que definió Charles-Édouard a principio de los 20’s del siglo pasado, si, hace casi 100 años. El espacio hipóstilo está casi a triple altura, por lo que las columnas cobran un sentido de esbeltez que pareciera retar a las reglas de proporción estructural. Se baña de luz no cenitalmente, si por la diferencia entre la cubierta del espacio y la de las oficinas, generando una iluminación rasante al techo pintado de negro. Esta combinación acentúa la sensación de penumbra boscosa, mística de ese interior colectivo. Los corredores que conectan con las oficinas dan a la gran altura, mientras que los privados dan al exterior, donde nuevamente la fachada en parasoles permite la iluminación evitando el sol directo.
El auditorio de la asamblea, la sala de acuerdos es un espacio solemne, la forma del cono hiperbólico al interior vuelve a atacar la sensación de misticismo y, al mismo tiempo, de solemnidad institucional. Láminas perforadas funcionan como apoyos acústicos, pero las perforaciones han sido hechas a mano, ya que, hacia mediados de la década de 1950, la industrialización no alcanzaba en la india para tener láminas troqueladas mecánicamente, mucho menos vía láser como hoy día, pero por otra parte abundaba la mano de obra artesanal, capacitada para dicha tarea.
Estando ahí, envuelto por el cilindro de concreto, la luz rebotando pro sus curvas paredes, la sensación de paz al estar vacío el recinto y la imaginación de intensas discusiones cuyo objetivo final es llegar a un acuerdo, al estar lleno de aquellos que deben de representar a la población, a sus inquietudes y necesidades, el cúmulo de emociones caían en cascada sobre mi alma al recordar cientos de conversaciones al respecto con mi Padre, que incluso ante las críticas más acérrimas de la posmodernidad, defiende aún el acercamiento arquitectónico del creativo suizo. Anudada la garganta cierro los ojos, para dejar fuera el engaño estético que produce la vista, y terminar de vivir el espacio con el resto de los sentidos. Ahí, en ese lugar, de esa forma, se revela ante mí una cierta anarquía: Nadie que desee el poder, debe obtenerlo, pues está destinado a usarlo para sí, solo el deseo de servicio a los demás, debería mover los engranes de una verdadera democracia.
A mi hermana Carla; mis sobrinos Andoni, Carla y Maite, Nico, Kelly y Greg. A mis amigas y amigos Alejandro, [...]
Espero que para los lectores, que hayan conocido este sitio, esta narrativa les reviva bellos recuerdos, y para quienes no [...]