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Columnas

Mathías Klotz 2/2: la atemporalidad de un clásico

Mathías Klotz 2/2: la atemporalidad de un clásico

18 mayo, 2014
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria

El pasado jueves 8 de mayo se presentó el libro Mathias Klotz (Arquine 2013) y se inauguró la exposición la poética de las cajas en la galería Víctor Saavedra de Barcelona, que reúne maquetas y proyectos de sus treinta años de carrera. Klotz será uno de los conferencistas del primer Congreso Arquine en Chile, este 26 y 27 de mayo 2014.

Chile

En 2004 Mathias Klotz emprendió una nueva faceta como Decano de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Universidad Diego Portales. Su estrategia de rescate del Barrio Universitario de Santiago aplicada a la UDP, activó criterios de respeto al patrimonio e integración con el entorno desde la radicalidad de la arquitectura contemporánea, reutilizando instalaciones preexistentes valiosas, y demoliendo, para construir el resto de cero. Cabe destacar el trabajo coral de distintos arquitectos, como el edificio de Asuntos Estudiantiles de Iñaki Volante, la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de Ricardo Abuauad, o el Edificio de Usos Múltiples y la Facultad de Ciencias de la Salud, ambos de Klotz. Todas estas construcciones tenían en común cierta discreción aparente, así como incisivas perforaciones verticales en el interior de las cuadras. Cirugía endodérmica, que respeta las pieles y actúa sobre el músculo, sin afectar los frentes de la calle, con el propósito de garantizar luz natural a todas las áreas. Los nuevos patios de manzana se techaron parcialmente, y los espacios interiores se cubrieron de rejillas metálicas o vidrio para inundar de luz los intersticios entre las casas de interés patrimonial y los nuevos paramentos vidriados. En este contexto la biblioteca Nicanor Parra (2012) absorbe y destila los criterios y experiencias de estas intervenciones –y ensayos- para producir la obra definitiva: la nueva biblioteca se convierte en el edificio más destacado de la Universidad Diego Portales. Ya no es un infiltrado en el Barrio Universitario, aunque comparte las mismas estrategias de interconectividad y permeabilidad a través de las cuadras, patios cubiertos y generosidad espacial, con mayores recursos y más certezas.

Las intervenciones y ampliaciones en edificios existentes proyectadas por Mathías Klotz dialogan por contraste, en unos casos, y por empatía en otros. Entre los primeros la transparencia de sus planos se contrapone a la masa del volumen construido y en los otros se mimetiza con las prexistencias. El Castillo Parque Forestal (2013) es un ejemplo extremo donde opacidad versus transparencia, verticalidad contra horizontalidad o solidez como antagonista a la ingravidez, están en permanente dialéctica. En su casa-estudio, en cambio, lo nuevo y lo existente se diluyen en una transformación perpetua hacía la obra completa, horadando y creciendo en todas las direcciones.

A diferencia de sus primeras obras públicas -como la Escuela Altamira- que arrastraban de los proyectos domésticos la dialéctica entre paisaje y artificio, los nuevos proyectos urbanos –bien sea el Edificio Vitacura (2013) o el edificio O (en proyecto)- asumen su condición de clásicos modernos. Como la torre SAS de Arne Jacobsen o la Lever House de Gordon Bunshaft de S.O.M., el edificio Vitacura halla la serenidad de sus proporciones en el paraíso atemporal del Estilo Internacional perfecto. Si los records de la modernidad ya fueron excedidos en todos sus frentes, queda la referencia silenciosa a la composición de las fachadas, la proporción de los vanos y los detalles de las ventanas. Las maneras importan y la experiencia heredada se acumula en certezas. Se construye, se circula o se accede con calculado orden, donde todo está previsto. Cada vez más elegante, más esencial, donde cada elemento arquitectónico y constructivo asume su condición, donde la trabe, la columna o el dintel tienen toda la majestuosidad de los clásicos, de Mies a Chipperfield.

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Mathias Klotz ha ensayado constantemente a lo largo de veinticinco años, una arquitectura contundente despojada de discurso teórico. Decía Horacio Torrent que su “práctica consciente y desenfadada, sin angustias y por momentos lúdica, abarca tanto sus posiciones respecto del paisaje como las formulaciones técnicas de sus obras.”[i] Su trabajo nace del lugar y sus artificios volumétricos son la contraparte de los paisajes naturales donde se asientan. De ahí parten sus primeros croquis. Sus dibujos son muy directos y contundentes, poco delicados, trazados con prisa.  Van directamente a la idea, al concepto. Con planteos imperativos manipula los potenciales de la caja, injertando el programa sin renunciar a la abstracción formal y desarrollando un lenguaje que refleje lo universal, más que lo particular. Se trata de concatenar secuencias cotidianas que trascienden en espacios ideales, platónicos. Son moradas para habitar y escenarios para mostrar. Desde la resistencia individual reconoce tanto el carácter autobiográfico como una postura ética, impermeable a los vaivenes estilísticos. Su compromiso con la herencia moderna es instrumental. El proceso de su trabajo muestra una continuidad con la experiencia acumulada, sin saltos, por sedimentación. A pesar de la mencionada continuidad tipológica todas sus casas son únicas y dejan emerger las virtudes de cada geografía. Si en las plantas se resuelven los programas con inmediatez, en los cortes está la esencia de buena parte de sus proyectos. Directo, casi manual, donde el detalle no se diseña: se arma, se construye.

En buena medida el valor de la arquitectura de Mathias Klotz está en la capacidad por adaptarse a distintas escalas, programas y lugares sin abandonar su “decidida parquedad”.[ii] Apuntaba ocho años atrás –y lo reitero ahora- que desde su mesurada militancia moderna, “Klotz sigue explorando los potenciales de la simplicidad volumétrica con estrategias proyectuales contundentes y precisas, interrogando al paisaje para establecer un diálogo. Hasta cierto punto, todos sus proyectos son el mismo, hecho de losas horizontales y cajas que reducen sus obras al mínimo común de los arquetipos, con el afán de refundar, desde su pragmatismo, el lenguaje moderno de la arquitectura.”[iii]

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[i] Torrent, Horacio. Introducción “Mathias Klotz”,GG Portfolio, p. 4, Editorial Gustavo Gili, Barcelona 1997

[ii] contraportada  de la monografía Mathias Klotz, ARQ Ediciones, Serie obras. Santiago de Chile, 2004

[iii] Adrià, Miquel. Mathias Klotz , Electa, Milán, 2005

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