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Manifiesto de urbanismo audiovisual

Manifiesto de urbanismo audiovisual

28 febrero, 2014
por Pablo Martínez Zárate | Instagram: pablosforo

Un hombre o un niño que se muera de hambre o de enfermedad en nuestros días no puede ser espectáculo que nos haga esperar a que mañana o pasado mañana el hambre y la enfermedad desaparezcan por gravitación. En este caso inercia es complicidad; conformismo es incidencia con el crimen”

Santiago Álvarez

cMMFoto: Proyecto documental Ciudad Merced, dirigido por Pablo Martínez-Zárate

1.

La narrativa audiovisual sobre/en/por/ el espacio urbano es incapaz de narrar la actualidad de una ciudad. El pasado, a su vez, deviene impenetrable. La narración de lo urbano, entonces, ronda lo posible, lo posible estético (traza urbana) y lo posible ideológico (ocupación urbana).

2.

La narración de lo urbano nace de la sensibilidad. Registrar la ciudad en un soporte audiovisual resulta imposible si antes no hemos sentido el terreno a registrar. Para observar la ciudad debemos dejar atrás toda tecnología, hasta la más precaria. Dejar atrás la disección racional del territorio y sus dinámicas. La ciudad no puede pensarse, siquiera, sin antes mirarla desarmados, escucharla, palparla, respirarla, caminarla. Sobre todo caminarla. Después llegan las ideas, acompañadas de la cámara.

3.

Insertar composiciones inspiradas en sitios históricos y reordenarlas a partir del montaje nos permite cuestionar las convenciones que rigen la configuración de la identidad de un espacio urbano y, por lo tanto, descubrir nuevas lecturas sobre lo que nos precede. En última instancia, los montajes históricos sobre una ciudad son artefactos identitarios más poderosos que cualquier espejo.

4.

Registrar los flujos urbanos (peatonales y vehiculares) es una labor doble. Primero, cartográfica. Mas la cartografía se contrapone al poder de la imagen en movimiento. La cartografía traza sobre lo horizontal: localiza a partir de coordenadas. Por otro lado, la imagen en movimiento traza en lo vertical: enfatiza intensidades, expresiones, vivencias. Pensemos: cartográficamente puedo retratar el estancamiento vehícular en metros avanzados por cada minuto detrás del volante, mientras que cinematográficamente puedo retratar la frustración y la neurosis de los conductores atascados.

5.

Las ciudades se componen de su gente. La imagen en movimiento se convierte en una herramienta muy poderosa para registrar las prácticas que dan identidad a una ciudad. La verticalidad de la imagen en movimiento y su extensión cartográfica permiten no solamente la localización de poblaciones sino la contraposición de intensidades sociales. De lo anterior nacen los mapas audiovisuales del pulso social de una ciudad. Lo mismo aplica para su arquitectura. A partir del manejo del montaje podemos anticipar desastres, revoluciones, colapsos o renacimientos de los asentamientos urbano en foco.

6.

La cámara nace con la ciudad moderna. Coincide en su visión mecánica de la vida. De ahí que pueda descubrir lo que para el ojo humano pasa desapercibido. En la misma línea, con las extensiones digitales del registro cinético, uno puede penetrar hasta lo más profundo de las rutinas urbanas.

7.

Los rostros se asemejan a los edificios. El semblante y la fachada encarnan el paso del tiempo. Son, por tanto, rutas de viaje hacia el futuro. La cámara puede buscar, en sus líneas, en sus ruinas o su maquillaje, dispositivos de resistencia hacia la construcción de lo que muchos llaman vanamente un mejor mañana y que refiere, al final del día, al eterno retorno hacia el sentido común.

8.

El registro y reordenamiento de la materia visible es un ejercicio análogo a los procesos de conciencia. Es por ello que el audiovisual ha de apuntar al sentir común en lugar de a la división, a la escisión. En lugar de marcar las diferencias entre humanos como punto de partida, la renovación del espacio urbano como espacio de construcción de colectividad ha de partir de la representación de lo común. Más son los rasgos que nos hermanan que aquellos que nos distinguen del prójimo.

9.

La representación de los fenómenos humanos y sus escenarios es un mecanismo de porvenir. La denuncia de la podredumbre no busca el castigo del responsable, sino la transformación del conjunto. La denuncia informa, en su acepción más pura: in-formar, dar forma, infundir sentido. El audiovisual sobre/en/por el espacio urbano es nuestro último recurso para una ciudad más justa. Una ciudad a favor de la vida.

 

 

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