Los dibujos de Paul Rudolph
Paul Rudolph fue un arquitecto singular. Un referente de la arquitectura con músculo y uno de los arquitectos más destacados [...]
11 septiembre, 2018
por Miquel Adrià | Twitter: miqadria | Instagram: miqadria
Hay consenso en que una ciudad densa y compacta es más eficiente que la ciudad dispersa. Las ciudades aumentan de tamaño principalmente a través de dos mecanismos: se densifican o se expanden, crecen en vertical o en horizontal. Densificar significa agregar superficie de construcción dentro de los límites existentes de la ciudad, mientras que la expansión significa agregar nuevas superficies al margen de estos límites.
Si los vacíos generan espacios públicos y los edificios singulares se convierten en los íconos urbanos, la vivienda colectiva es la que construye el tejido con que se llena el entramado de la ciudad. La vivienda es el magma de nuestras ciudades. Una de las mejores comparaciones es la gráfica que dibujaba Le Corbusier en sus conferencias, mostrando como 1,400 habitantes repartidos en 280 casitas unifamiliares requerían 3,5 km de calles, de drenaje, de instalación eléctrica y de gas, en cambio si concentraba el mismo número de habitantes en una Unidad de Habitación le bastaba con 150 m de calle vehicular y una pasarela peatonal de cincuenta metros por 1,83 m de ancho cada tres niveles. A lo largo del pasado siglo se llevaron a cabo experiencias como ésta, que llegaron a eficientar los sistemas de agregación de viviendas, las tipologías y las dimensiones de cada una de sus áreas. Si en los años veinte y treinta se desarrollaron investigaciones que definieron las bases de la vivienda colectiva que se construyó en todo el mundo a partir de unos estereotipos de las familias modelo, a finales de siglo pasado y ya en pleno siglo XXI, las tipologías han evolucionado hacía una mayor diversidad tipológica, distributiva y funcional.
Sin embargo, en México, tras notables propuestas de vivienda colectiva en los años setenta, durante las décadas siguientes se tendió a sembrar sin límite una costra isomorfa de casas miniaturizadas en las periferias de todas las urbes, propiciadas por elsistema financiero del INFONAVIT más cuantitativo que cualitativo, que buscaba el costo casi nulo del suelo y no consideró los costos de la infraestructura que debía conectar esas periferias con las ciudades. El resultado comportó el abandono de viviendas y nulas plusvalías. El Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores INFONAVIT es una institución tripartita en México, que cuenta con la participación del sector de los trabajadores, el sector empresarial y el gobierno. Y es quizá una de las instituciones financieras de vivienda popular más importantes del mundo, que ofrece 1,500 créditos hipotecarios al día.
En los últimos años el CIDS (Centro de Investigación para el Desarrollo Sostenible) del mencionado instituto ha generado un plantel de ideas y propuestas que potencialmente pudieran ser replicables a gran escala. Se asume que el crecimiento extensivo ha sido un fracaso y que el suelo es el recurso más valioso y escaso de la ciudad, por lo que es indispensable gestionarlo en beneficio de la sociedad. A su vez, se reconocen las investigaciones y propuestas desarrolladas en el último siglo, desde los casos de estudio de vivienda en serie del Movimiento Moderno —de Mies, J.J.P. Oud, Le Corbusier, etc.— hasta los ejemplos de los multifamiliares que se llevaron a cabo en Latinoamérica y en México, para abordar las experiencias más recientes desde SANAA en Japón a ELEMENTAL en Chile.
El programa de Redensificación Urbana que presenta el CIDS (en una exposición en el vestíbulo de la sede central del INFONAVIT y en un libro homónimo), reúne treinta y dos proyectos seleccionados a partir de una convocatoria pública, que toman como ejemplo experiencias piloto que llevó a cabo Juan Carral O´Gorman en el barrio de Donceles, en la periferia de Cancún. Estas propuestas se replican en distintas ubicaciones periféricas de quince municipios en trece estados de la República. Se trata de proyectos con diferentes tipologías que garantizan la diversidad social y que permiten la flexibilidad de usos. Dependiendo de la superficie de cada lote, los edificios cuentan con seis unidades flexibles (dos por piso) de al menos 38 m2, así como un espacio comercial en planta baja y una azotea aterrazada de uso común, además de mejorar las condiciones del espacio urbano inmediato.
De las treinta y dos propuestas caben destacar las que exploraron y aportaron novedades tipológicas o bien las que fueron capaces de entender que la eficiencia tipológica y distributiva es fundamental en la vivienda mínima. Entre las primeras la propuesta de DVCH se distingue por acumular todo el programa de servicio en el perímetro de unas pequeñas unidades de planta cuadrada. Baños, cocinas, closets y alcobas ocupan las fachadas liberando un amplio espacio multiuso central. A su vez, PRODUCTORA y otros tantos, hacen de la eficiencia su objetivo, con escalera central y dos departamentos por nivel, pero con mayor tino y mejor resultado. Ambrosi Etchegaray depuran una tipología que ya habían desarrollado basada en una banda central que aglutina servicios y escaleras, confiriendo a estos pequeños departamentos una complejidad inusitada.
Alberto Kalach también retoma experiencias propias anteriores —Sombrerete, Hermosillo, etc.— desde su atinada lógica que se escapa al resto, proponiendo plantas polivalentes cuya singularidad está en la sección, aportando a la vivienda mínima la altura máxima y con ella, más volumen y tapancos centrales sobre las áreas de servicio. Tanto DCPP como Rocha-Carrillo exploran el potencial de la escalera a lo largo del terreno. Uno esculpiendo el vacío que genera la escalera y el otro proponiendo distintas tipologías como resultado del encuentro de la escalera con cada nivel.
Otras propuestas —Rozana Montiel, Fernanda Canales, Ricardo Agraz, Frida Escobedo, MOS— responden con rigor y eficacia a un programa tan necesariamente preciso. Quizá la de ADG sea la más efectiva.
Sin embargo, algunos proyectos se concentran en formalismos o alardes esculturales —Francisco Pardo, Griffin Enright, Michel Rojkind— en detrimento de la relación espacio habitable/costo.
Sin duda la propuesta del CIDS puede ser ejemplar y replicable, y un primer paso para ofrecer al mercado inmobiliario tipologías que mejoren los modelos obsoletos de vivienda de interés social. Con buenos ejemplos se puede convencer a desarrolladores y gobiernos locales de que pequeñas construcciones como éstas propician la redensificación urbana de las periferias y generan plusvalías. Faltará que la colosal maquinaria financiera del INFONAVIT apoye este modelo que se inserta en tejidos urbanos existentes a modo de confetti, y deje de confiar en grandes desarrollos herméticos que acaban abandonándose o convirtiéndose en guetos.
La exposición Redensificación urbana se presenta en el vestíbulo de las oficinas centrales del INFONAVIT, Barranca del Muerto 280, Colonia Guadalupe Inn, Ciudad de México. Los proyectos se pueden consultar en el libro Redensificación urbana, publicado por Arquine.
Paul Rudolph fue un arquitecto singular. Un referente de la arquitectura con músculo y uno de los arquitectos más destacados [...]
La casa que Ludwig Wittgenstein proyectó para su hermana era un manifesto, una propuesta, una reinterpretación desnuda y protomoderna de [...]