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25 enero, 2022
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
La Galería Abierta del Bosque de Chapultepec expone Legorreta, una muestra fotográfica que recoge más de cinco décadas del despacho LEGORRETA®. Inaugurada este 23 de enero por el décimo aniversario luctuoso de Ricardo Legorreta (1931-2011), la exhibiciónse encuentra en una zona que tiene relación con la arquitectura diseñada por la firma. El fundador del despacho fue el encargado de la remodelación del zoológico del bosque, mientras que la Torre BBVA, proyecto de 2016 hecho en colaboración con Rogers StirkHarbours + Partners, se volvió la puerta de entrada al Bosque de Chapultepec. Este edificio corporativo planteó una plaza pública que se añade a uno de los contextos urbanos con mayor movimiento de la zona central de la ciudad. Pero las lecturas que busca proponer la exhibición pretenden ser más amplias. Los 10 años de la muerte de Ricardo Legorreta fueron un punto de partida para que el despacho revisara un abundante cuerpo de obra a través de 124 fotografías que no siempre tienen que ver con la construcción de ciudad (o bien, de la vivienda y del diseño de espacios culturales), y tampoco con los momentos más emblemáticos del despacho.
“De José Villagrán aprendí la paciencia; de Luis Barragán, de Chucho Reyes y de Pedro Coronel, que las emociones también pueden expresarse con los espacios”. Esta declaración, recordada por Vanessa Bohórquez, Secretaria de Cultura de la Ciudad de México y quien estuvo presente en el acto inaugural de la exposición, da algunas pautas para valorar el trabajo de este arquitecto. Si bien, su obra ha sido construida en Estados Unidos, Qatar, Brasil, El Salvador, Japón, entre otros países, Ricardo Legorreta, a decir de Miquel Adrià, rescató “tipologías y elementos coloniales y populares, como los patios y los arcos, destacando el uso intensivo de los colores en sus edificios. La relación con artistas como Vicente Rojo y Francisco Toledo y con arquitectos como Charles Correa o Aldo Rossi, marcó una trayectoria profesional que siempre tuvo como referentes la arquitectura virreinal y la atemporalidad de las formas primarias de Louis Kahn”.
Tradicional y moderno, la obra de Legorreta unificó la geometría y un cromatismo atrevido para crear objetos escultóricos, una arquitectura escenográfica, como puede verse en el plan maestro del Centro Nacional de las Artes, donde siete edificios de arquitectos renombrados forman un campus ajeno a su contexto pero que, hasta ahora, ha sido un sitio de gran relevancia para la vida cultural del país. De esta obra destaca la Torre de Administración, consistente en dos volúmenes: uno completamente ciego con una sola ventana y el otro, un cilindro rodeado de ventilaciones y ventanas. Gestos similares pueden verse en el Museo de Arte Contemporáneo MARCO, donde un chorro de agua cubre de manera constante al patio central o en el Hotel Camino Real, que recibiría a los visitantes extranjeros de la Olimpiada de 1968, proyecto donde entiende que “el verdadero lujo no está ni en los materiales ni en los detalles, sino en el espacio”. Esta impronta la mantuvo en obras de escala mucho mayor, donde las estrategias escenográficas formaron espacios públicos fotogénicos, como es el Conjunto Juárez.
Sin embargo, el contraste que marca la exposición Legorreta pone en evidencia una evolución de la oficina que privilegia una narrativa de la arquitectura corporativa y privada. Si las primeras obras de Ricardo Legorreta modificaron el lenguaje de la arquitectura moderna mexicana, pasando de una rigidez reticulada a, como apunta Paul Golderberg, los paisajes metafísicos hechos con muros que no revelan sus estructuras, el lujo de los últimos proyectos ya no se encuentra en el espacio sino en el uso de materiales costosos. La Casa Amor por México, Casa del Agua o la Casa Arrayán, son viviendas privadas a un lado de playas y albercas, cuyos programas se centran más en el interiorismo y en aislar a sus habitantes en entornos vacacionales; o bien, edificios de usos mixtos como el Conjunto Terra Esperanza o el Centro Comercial El Dorado, que alberga una sucursal de Chedraui, son algunas de las obras en las cuales se decidió ahondar, mientras se muestra una sola fotografía del CNA, el MARCO y el Hotel Camino Real o, incluso, los ensayos tempranos de vivienda colectiva como el Conjunto Habitacional El Rosario, hecho para el INFONAVIT en 1976. ¿Por qué en el Bosque de Chapultepec, donde la arquitectura y la ciudad se conjuntan de maneras diversas, donde la cultura se vuelve espacio público, tendría interés mirar los interiores de casas privadas? ¿Por qué mostrar espacios comerciales y privados para celebrar la obra de Ricardo Legorreta, quien construyó extraordinarios espacios públicos con su arquitectura escenográfica? Con todo, recordar a Ricardo Legorreta, uno de los arquitectos mexicanos más destacados del siglo XX en el espacio público, acerca al ciudadano las imágenes de una arquitectura con alcances globales.
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