Sobre Antonin Raymond y su paso por México
En México, el arquitecto checo Antonin Raymond es prácticamente desconocido. Raymond visitó Mexico, como lo hicieron otras figuras extranjeras (por [...]
28 febrero, 2016
por Juan Manuel Heredia | Twitter: guk_camello
Izquierda Esther McCoy. Derecha: Sybil Moholy-Nagy.
Quizá la crítica extranjera que más se compenetró con la arquitectura mexicana del siglo XX fue la estadounidense Esther McCoy. Nacida en Arkansas en 1904 McCoy fue una escritora y militante de izquierda cuya carrera se desvió hacia la arquitectura después de mudarse a California por motivos de salud. Tras ser rechazada por la escuela de arquitectura de la Universidad del Sur de California -debido a su edad y género- y tras una breve experiencia como dibujante en el taller de Rudolf Schindler, McCoy se dedicó por entero a la crítica de la arquitectura. Como tal llegó a ser colaboradora de importantes revistas internacionales especialmente de la célebre California Arts and Architecture dirigida por John Entenza. Fue también autora de diversos libros incluido el ya clásico Five California Architects. Su acercamiento con México data de inicios de los años cincuenta y abarca más de tres décadas. Durante ese periodo McCoy entabló amistad con varios arquitectos mexicanos, espacialmente con Luis Barragán, Juan O’Gorman, Max Cetto y Francisco Artigas. Quizá su primer viaje a México fue el que emprendió en 1951 al lado de la fotógrafa Elizabeth Timberman mismo que resultó el número especial de Arts and Architecture dedicado a México.[1] En ese volumen McCoy se concentra en la arquitectura doméstica compilando y analizando las casas de arquitectos veteranos como Barragán, Cetto y O’Gorman y de una generación más joven representada por Ramón Torres, Héctor Velázquez, Víctor de la Lama y varios otros. En su texto la autora reafirma la visión optimista de Wasson-Tucker pero adopta una actitud crítica con respecto a la segregación espacial y social de las casas de la clase acomodada de México y de sus arquitectos, señal de la relativa modernidad de su obra. Aquella visita también tuvo como resultado un número especial de la misma revista dedicado a la Ciudad Universitaria que en esos años terminaba de construirse.
Fue precisamente este complejo urbanístico el que dos más tarde serviría de tema a un escrito realizado por la crítica e historiadora Sybil Moholy-Nagy. Nacida en 1903 en Dresden, Moholy-Nagy fue una actriz y escritora alemana que al igual que McCoy se dedicó al estudio de la arquitectura por azares del destino. Tras el ascenso al poder del nacionalsocialismo, ella y su esposo, el artista y bauhausler Lazlo Moholy-Nagy, se desplazaron hacia Holanda, Inglaterra y los Estados Unidos, lugar éste último en donde se asentaron definitivamente. De ahí en adelante Sybil Moholy-Nagy se abocó a la investigación y a la enseñanza escribiendo libros de gran importancia por su decidido carácter antropológico, entre ellos Native Genius y Matrix of Man. Su artículo sobre México data de 1953 y lleva el claridoso título de “Mexican Critique”.[2] En él la autora ataca el proyecto de Mario Pani y Enrique del Moral desde cinco perspectivas distintas pero interrelacionadas. Por un lado advierte que la gran altura y enfática verticalidad de varios de sus edificios son inapropiados al sitio y al paisaje de México, y señala que un “énfasis horizontal” era preferible desde criterios no solo formales sino históricos y funcionales. Moholy-Nagy también crítica el hecho de que la intensa luz del altiplano mexicano no fue suficientemente considerada por los arquitectos de la Ciudad Universitaria y fustiga la carencia de protección solar en casi la totalidad de sus edificios. En tercer término hace una crítica de lo que veía como las malas proporciones entre los distintos edificios (y de cada uno individualmente) así como de la excesiva diversidad formal, material y cromática del conjunto. Finalmente lamenta la densa decoración de las superficies o lo que en ese momento se conocía como integración plástica. Ciertamente polémica y en varios aspectos cuestionable, la crítica de Moholy-Nagy debe leerse en el contexto de su apología a otra Ciudad Universitaria, la de Caracas, proyecto de Carlos Raúl Villanueva, un arquitecto a quien dedicó un libro entero. Su crítica sin embargo también anticipa las que Henry Russell-Hitchcock o Bruno Zevi harían años después y en donde calificarían a la arquitectura moderna mexicana de “ampulosa” (bombast) o “grotesca”.
Izquierda: Irene Nicholson. Derecha: Rosina Greene Kirby.
La crítica a la arquitectura moderna de México adquiere un tono más benévolo en Irene Nicholson, escritora e investigadora inglesa que paso muchos años de su vida en México. Nacida en Chile de padres ingleses, Nicholson estudió en Inglaterra y los Estados Unidos para luego viajar a México en donde se adentró en el estudio de la historia, el arte y la arquitectura del país. Dos de sus obras más importantes fueron un libro sobre mitología y religión mesoamericana y un pequeño y sintético libro sobre poesía mexicana. En México Nicholson fungió como corresponsal del Times de Londres escribiendo artículos de diversa índole, algunos de los cuales versaban sobre arquitectura moderna, en especial la vertiente estructuralista o “gótica” representada por Félix Candela y Enrique de la Mora. En 1961 también publicó un breve ensayo para Architectural Review en donde hace un resumen compacto de la evolución de la arquitectura mexicana del siglo XX.[3] Entre otras cosas ese texto aborda y elogia el trabajo de figuras hoy en día olvidadas por la historiografía, en especial Fernando Barbará Zetina y Ricardo de Robina. Destaca también su observación de que en México la teoría de la arquitectura, en especial una de gran carácter social – herencia de José Villagrán García, ejercía un peso excesivo sobre los arquitectos mexicanos, y en ese sentido cuestiona implícitamente el relegamiento de principios disciplinares más básicos: “los arquitectos más prominentes, al ser entrevistados, hablan primero en términos de filosofía, economía, sociología y solo como corolario de ingeniería, materiales o estilo en su sentido más restringido”. Nicholson, como Moholy-Nagy, también critica el movimiento de integración plástica, pero en su caso hace notar que su “barroquismo” ha estado casi siempre –y por fortuna- supeditado a prioridades sociales y económicas que obligaban a los arquitectos a buscar cierta “simplicidad” de formas.
Y así como una estadounidense publicó el primer libro sobre la arquitectura moderna del país, otra estadounidense, Rosina Greene Kirby, escribió la primera y al parecer única historia de la arquitectura del paisaje mexicana.[4] Nacida en la ciudad de Tucson, Greene Kirby creció en Cananea, siendo nieta del fundador de esa ciudad y de la justamente vilipendiada Greene Consolidated Copper Mining Company. Habitante de un mundo distinto al de su abuelo, Greene Kirby estudió la maestría en arquitectura del paisaje en la Universidad de Arizona y practicó esa carrera tras optar, de forma poco convencional, por escribir una tesis teórica que fue la base de su libro sobre México. El libro dibuja un panorama general pero necesario del paisajismo de México desde la época prehispánica hasta el siglo XX, y es importante por el solo hecho de enfocarse en un arte que de alguna forma siempre se había ejercido en el país pero jamás –o solo hasta hace poco- formalizado como disciplina. En su texto Green Kirby enlaza de manera hábil los centros ceremoniales prehispánicos, los jardines de los emperadores aztecas, los atrios y claustros del siglo XVI, las plazas urbanas del periodo barroco, los jardines íntimos de los ámbitos domésticos y las grandes explanadas públicas del siglo XX, dando crédito con ello a la tesis proclamada por José Villagrán García y Pedro Ramírez Vázquez entre otros, de que la arquitectura y el paisajismo mexicano tiene “constantes históricas” que le otorgan unidad cultural. En este sentido destaca su caracterización del bosque de Chapultepec como uno de los lugares que mejor encarnan esa continuidad.
Esther Born, Elizabeth Bauer, Ann Binkley Horn, Suzanne Wasson-Tucker, Esther McCoy, Sybil Moholy-Nagy, Irene Nicholson y Rosina Greene Kirby: ocho mujeres, ocho extranjeras, ocho voces y perspectivas distintas y en ocasiones encontradas, que con gran compromiso, lucidez e intuición -y de forma a veces polémica y lapidaria- sentaron precedentes importantes para el ejercicio de la teoría, la historia y la crítica de la arquitectura y el paisajismo de México.
Páginas de Mexican Landscape Architecture de Rosina Greene Kirby (Tucson: The University of Arizona Press, 1972).
[1] Esther McCoy, “Architecture in Mexico” en Arts and Architecture 68 (Agosto de 1951).
[2] Sybil Moholy-Nagy, “Mexican Critique” en Progressive Architecture vol. 34 (Noviembre de 1953), 109, 170,173, 175.
[3] Irene Nicholson, “Mexican Newsletter” Architectural Review (Agosto de 1961 ), 101-103.
[4] Rosina Greene Kirby, Mexican Landscape Architecture (Tucson: The University of Arizona Press,
1972).
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