Sobre Antonin Raymond y su paso por México
En México, el arquitecto checo Antonin Raymond es prácticamente desconocido. Raymond visitó Mexico, como lo hicieron otras figuras extranjeras (por [...]
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¡Felices fiestas!
27 diciembre, 2015
por Juan Manuel Heredia | Twitter: guk_camello
Izquierda: Esther Baum Born. Derecha: Elizabeth Bauer-Mock (posteriormente Bauer-Kassler).
La historia de la arquitectura moderna de México bien puede comprenderse (al menos en sus aspectos más relevantes, los específicamente arquitectónicos) recurriendo a las publicaciones de ocho figuras, todas ellas mujeres, todas extranjeras, casi todas estadounidenses y todas de gran perceptibilidad y agudeza intelectual. Se trata de ocho críticas apasionadas por lo que escriben pero no por ello apologistas sin más. Sus opiniones de hecho oscilan, a veces como verdadero péndulo -aunque siempre como registro puntual de la vicisitudes de la modernidad arquitectónica mexicana-, entre la sorpresa y la admiración, el juicio lapidario y despiadado, la crítica mordaz pero edificante, la confianza y el entusiasmo, el comentario social y antropológico, la reprobación generalizada y la detección de tradiciones ancestrales subyacentes. Algunas veces su mirada es la mirada colonizadora de la política del “buen vecino”, otras la de la empatía y la comprensión humanas y otras más la mirada incómoda de un género básicamente excluido en los círculos profesionales de México.
Es bien sabido que el primer libro dedicado a la arquitectura moderna de México -y de hecho el primero dedicado a cualquier movimiento moderno “nacional” fuera de Europa- fue The New Architecture of Mexico editado y publicado en 1937 por la fotógrafa y arquitecta californiana Esther Born.[1] Nacida en Palo Alto a principios del siglo veinte, Born estudió en la Universidad de California en donde fue discípula de John Galen Howard, y después socia y esposa de su compañero de estudios Ernest Born. En su libro sobre México, Born recopila una serie de ensayos escritos por diversos especialistas con el fin de otorgar un panorama amplio de la arquitectura posrevolucionaria del país, una vez superados, al menos aparentemente, los eclecticismos nacionalistas de los años veinte. Los artículos se enfocan ya sea en cuestiones constructivas, estructurales, urbanas, artísticas o históricas, y sirven para contextualizar el trabajo de la joven generación de arquitectos del funcionalismo mexicano, radical y no tanto. Aparte de un penetrante ensayo del obscuro crítico Beach Riley (quizá un pseudónimo de Born misma) el corazón del libro lo constituyen la selección de imágenes y los breves comentarios y anotaciones realizadas por ella mismos que sintetizan de forma clara la postura de los principales actores de aquella generación pionera: Luis Barragán, Juan Legarreta, Juan O’Gorman y José Villagrán García.
La visión optimista de Born contrasta con la que una década después adoptaría la curadora de arquitectura del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), Elizabeth Bauer-Mock. Nacida en Massachusetts en 1911, Mock era esposa del arquitecto Rudolf Mock, hermana de la también crítica Catherine Bauer y cuñada del arquitecto William Wilson Wurster, por lo tanto perteneciente a un círculo de críticos y arquitectos de gran prestigio e influencia. En su libro An Introduction to Modern Architecture -un panorama histórico del movimiento moderno escrito en coautoría con I. M. Richards- Mock dedica unas cuantas pero significativas líneas a la arquitectura moderna de México. Por un lado reconoce la precocidad del funcionalismo mexicano y elogia el trabajo de O’Gorman cuyas escuelas califica de “brillantes”. No obstante, inmediatamente lamenta que después del súbito retiro de este arquitecto la arquitectura mexicana ha sido efectivamente “muy ‘moderna’ pero lamentablemente mediocre”. Sus ojos estaban puestos en la creciente influencia de Villagrán y de Mario Pani, dos arquitectos que tras el retiro, no solo de O’Gorman sino también de Barragán, y aunado a esto la inesperada muerte de Legarreta, se habían erigido como los líderes de la modernidad mexicana. De este negativo panorama Mock sin embargo hacía tres excepciones. Una de ellas era el “extraordinario aunque no del todo convincente Conservatorio Nacional de Música” del mismo Pani. Las otras dos -y de forma menos ambigua- eran la iglesia de La Purísima en Monterrey de Enrique de la Mora y el edificio en Reforma y Morelos del joven Juan Sordo Madaleno”.[2]
Izquierda: Ann Binkley-Horn. Derecha: Sussane Wasson-Tucker.
Menos dura y mas analítica, por haber hecho trabajo de campo, Ann Binkley-Horn publicó ese mismo año un extenso artículo sobre la arquitectura moderna de México para la revista Architectural Record.[3] Originaria de Lake Forest, Horn era una ex-reina de belleza que se había licenciado en historia del arte en Berkeley donde fue alumna, y posteriormente esposa, del renombrado historiador del arte Walter Horn. Este último es hoy en día recordado por sus estudios de arte y arquitectura medievales (uno de ellos realizado coincidentemente con Ernest Born: el estudio definitivo del plano de San Gall) y de forma más curiosa por haber recuperado de los nazis las joyas de la corona del Sacro Imperio Romano. De hecho, mientras Walter se encontraba en el frente alemán Ann cruzó la frontera con México con el objeto de conocer la nueva arquitectura de este país. Además de visitar las obras de los más importantes arquitectos mexicanos, Horn fue testigo de un boom constructivo producto de una economía nacional en asenso. En su ensayo, la autora estadounidense reconoce la labor de los arquitectos pioneros de la modernidad mexicana pero critica su “ardor religioso por el culto al funcionalismo”. Según ella “la filosofía del funcionalismo implica algo más que dejar las superficies lisas y los materiales aparentes [sino que] requiere una investigación cuidadosa de las formas estructurales” y un “estudio a fondo de las relaciones espaciales y las proporciones”. En este sentido reconoce el creciente interés en México por la materialidad y la espacialidad, elogiando al respecto la escuela República de Costa Rica de Villagrán y la Escuela Normal Superior de Enrique Yáñez, ambas realizadas a través del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE). Por otro lado Horn destaca la arquitectura de Sordo Madaleno y Augusto H. Álvarez entre otras cosas calificando su edificio en Reforma y Morelos como “uno de los mejores edificios de oficinas en México”. Finalmente, y a pesar de sus críticas al funcionalismo, la autora lamenta que esta tendencia comenzara a ser desplazada por otra “tendencia neo-barroca” de carácter “formal, plástico y decorativo”, de “un lenguaje moderno únicamente en la superficie”, y en gran medida producto de la influencia ejercida por los “formalismos y manierismos” de Mario Pani. En este sentido Horn afirma que mucha de la obra del reciente boom “puede ser considerada moderna si el término se usa de manera flexible”. Para rematar, y en referencia a la reciente incorporación de Pani a la docencia, advierte que “este nuevo formalismo amenaza con devorar a la Escuela de Arquitectura de la Universidad [Nacional Autónoma de México]”.
El tono analítico y escéptico de Horn es convertido en uno más entusiasta por Susanne Wasson-Tucker quien en 1949 publicara, también en el Record, un artículo sobre la arquitectura moderna mexicana. Nacida en Viena en 1911, Wasson-Tucker estudió arquitectura en Europa y emigró a América en 1940 después de contraer nupcias con Arnold Wasson-Tucker, un arquitecto canadiense que llegaría a trabajar por varios años en México. En 1944, tras colaborar de forma cercana con Alvar Aalto y Serge Chermayeff, Susanne fue nombrada curadora de diseño industrial del MoMA, institución en donde coincidió con Mock y desde, como ella, escribió su texto sobre México. Más que un escrito se trataba en realidad de una guía fotográfica de arquitectura: una selección de las obras más relevantes construidas en la ciudad de México en años recientes y como resultado del boom constructivo que Horn -la autora anterior- solo pudo vislumbrar en sus inicios.[4] En efecto, en la selección de Wasson-Tucker puede apreciarse que las observaciones y temores de Horn encuentran un cauce –desarrollo o resolución- más o menos feliz, mediante el logro por parte de los arquitectos mexicanos (veteranos, ya establecidos o emergentes) de una obra de mayor consistencia espacial y constructiva y de más homogeneidad y menos “barroquismo”. Además de incluir varias obras públicas y de vivienda colectiva, Wasson-Tucker destaca un puñado de proyectos domésticos diseñados por Álvarez, Max Cetto y John McAndrew, Carlos Lazo y Artécnica, que representaban un territorio tipológico en pleno desarrollo en esos años y sobre el cual la siguiente crítica dirigiría su mirada.
“So you’re going to Mexico” de Susanne Wasson-Tucker (Architectural Record [marzo, 1949]).
[1] Esther Born, ed., The New Architecture of Mexico (Nueva York: William Morrow, 1937). Aparecido originalmente como el número de Abril de 1937 de la revista Architectural Record.
[2] J. M. Richards y Elizabeth Mock, An Introduction to Modern Architecture (Nueva
York: Pelican, 1947), 85-86.
[3] Ann Binkley Horn, “Modern Mexico, Personal Observations and Appraisal of Current
Architecture”, Architectural Record, (julio, 1947), 70-83.
[4] Susanne Wasson-Tucker: “So you’re going to Mexico”, Architectural Record (marzo, 1949), 100-105.
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