José Agustín: caminatas, fiestas y subversión
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3 mayo, 2018
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
El día de ayer, 2 de mayo, se iniciaron las actividades de la Cumbre Infonavit 2018 con un programa de conferencias y mesas en torno a la economía, la densificación y la arquitectura, campos de conocimiento que se utilizaron para discutir el presente y el futuro de las ciudades. La charla inicial estuvo a cargo de Jeffrey Sachs, quien abordó cómo la acumulación de capital no necesariamente hacen ciudades más sustentables. El economista señaló que el calentamiento global es una realidad, y que bajo esa lógica, las ciudades más ricas no contribuyen a su mitigación, todo lo contrario. En concreto, Sachs mencionó el caso de Estados Unidos, y declaró abiertamente que su ejemplo no es uno que se deba seguir, ya que sus ciudades, a pesar de ser las más capitalizadas, son las que más generan contaminación y desigualdades. Por otro lado, el arquitecto Shohei Shigematsu, socio de la firma OMA, comentó los aportes de su oficina a la construcción de espacio público y la respuesta que la arquitectura puede tener no sólo para proponer soluciones espaciales que delimiten el uso público de la arquitectura pública, sino también las respuestas que la disciplina puede dar ante los desastres naturales.
Edward Glaeser fue quien cerró el ciclo de conferencias, posicionándose como una voz singular en un foro como la Cumbre Infonavit 2018. Para Glaeser, las ciudades son un territorio humano antes que económico, y en donde los proyectos, ya sean políticos o de mercado, deben trabajarse con todos los actores involucrados en la construcción de las ciudades; es decir, las ciudades no sólo están representadas por los alcaldes sino también deben involucrarse los ciudadanos. “Es posible ver a la ciudad como una herramienta que habilita la humanidad, pero yo prefiero ver a las ciudades como la humanidad misma. Prefiero ver a las ciudades como biología, no como tecnología. Cuando pienso en la Ciudad de México o en Nueva York, si quitáramos todos los edificios y nos quedáramos con las mentes y las almas de la gente, seguiríamos teniendo una ciudad. No es descabellado pensar a la ciudad como tecnología, pero yo me inclino más hacia la ciudad como una colección de humanidades”, comentó el autor de El triunfo de las ciudades en entrevista para Arquine.
Para Glaeser, las ciudades son la plataforma sobre la que se prueban tecnologías. Estas pueden generar una mayor cohesión para las comunidades, o bien, pueden fragmentarlas. Detrás de estas tecnologías hay emprendedores que llevan a cabo esas ideas. Si bien la palabra “emprendedor” está cargada de nociones económicas, para Glaeser se trata de algo que involucra perspectivas diversas, no sólo la monetaria. “Cuando hablo de emprendedores, no me refiero a una economía. Cuando hablo de emprendedores, hablo de quienes hacen que nuestras ciudades funciones. Los emprendedores de la economía son únicamente una parte de la respuesta. Hay emprendedores artísticos, políticos, tecnológicos. Toda la gente que toma ideas nuevas y las convierte en realidad. En cierto sentido, quiero que se piense en Louis Sullivan como un gran emprendedor que supo ver la belleza del rascacielos durante el Chicago de finales del siglo XIX. Sí, hay un racionamiento atrás de eso, pero no es lo que explica todo el fenómeno. La economía es una pequeña parte de la creación de Sullivan. Si piensas específicamente en movilidad o índices de criminalidad, se necesitan emprendedores cívicos, gente que tenga nuevas ideas respecto a estas problemáticas. Podemos observar un despertar de esto a finales del siglo XIX, con personajes como Jane Addams, cuyo emprendimiento en el área social fue clave para hacer de las ciudades lugares más humanos”, puntualizó. Las novedades que renueven la faz urbana también pueden provenir de las iniciativas civiles, pero, ¿de qué manera estas son apropiadas por el mercado, un actor importante para la gestación de ciudades? “El capitalismo y el libre mercado tienen una larga relación con la construcción de ciudades. Si me preguntas mis preocupaciones más profundas sobre los límites del libre mercado, te diré que el libre mercado no resuelve problemas como el agua, la desigualdad de oportunidades, etcétera. Pero las ciudades que funcionan de manera opuesta al libre mercadeo, como las ciudades de trueque del siglo XIV, tampoco son un modelo a seguir. Por ello, pienso que los emprendedores económicos deben estar en balance con los emprendedores sociales. Existe una vieja historia que cuenta cómo un ateo que vive en una madriguera comienza a creer en Dios cuando la madriguera se incendia, y yo no creo que aplique con el libre mercado: yo creo que no existe tal cosa como un libertario sensible. Necesitas gobiernos que establezcan reglas, reglas en torno al agua, a la contaminación, a la movilidad”.
Según Glaeser existen una serie de problemáticas comunes a las ciudades, inherentes a la naturaleza espacial de lo urbano, lo que el autor llama “los demonios de la densidad”, encarnados en la desigualdad económica, la criminalidad, la falta de calidad respecto a los transportes o la insalubridad urbana. “Esos demonios son la naturaleza interna de las ciudades, evidentemente. Si una gran cantidad de personas están viviendo en un territorio pequeño, tendrás crimen. Como mínimo, tendrás miedo de que alguien te robe la cartera. No creo que exista una ciudad que haya erradicado por completo al crimen. Lo más que se puede hacer en las ciudades es llevar al mínimo esos índices de criminalidad. Por ello, la mejor solución a los problemas de las ciudades es un buen gobierno. Por ejemplo, si hay menos desigualdad hay menos crímenes, y programas que puedan controlar la desigualdad tienen que ser generados por el gobierno”. La sobrepoblación es una de las problemáticas que no pueden disociarse de las ciudades, y a menudo se piensa en la construcción inmobiliaria como una solución inmediata. Para Glaeser, la densificación tiene que contemplar otras infraestructuras: “Si piensas la densificación de las ciudades como un asunto meramente infraestructural, creo que la sola construcción de edificios no resolverá el problema de la sobrepoblación. Necesitas, por ejemplo, mejor movilidad, un transporte que pueda dirigir con mayor facilidad a la gente de sus casas a sus trabajos. La gente está viniendo continuamente a la Ciudad de México no porque esté funcionando mal, sino porque está ofreciendo oportunidades, cosas que la gente busca. Y la ciudad tiene que estar equipada para responder a sus propias ofertas, y no únicamente con edificios. Aunque me me sorprende lo plana que es. Creo que una ciudad que tiene 20 millones de personas no puede seguir construyendo mayoritariamente edificios de dos pisos, aunque, a la par, tiene que prestarle atención a la movilidad”, comentó.
En el programa que propone Glaeser para hacer de las ciudades un lugar habitable, la educación tiene que ser fundamental. “Las ciudades son capital humano, y en la construcción de las ciudades tiene que jugar un rol protagónico la educación de sus habitantes. La educación podría permitir que se habite de una manera más activa, que la gente se involucre con los gobiernos que están eligiendo. Ciertamente, nadie de México que esté contendiendo en elecciones puede dejar de lado un programa urbano. Es fundamental que los funcionarios planteen qué es lo que van a hacer con la movilidad, con la resolución de ciertas desigualdades, y un largo etcétera. Pero un gobierno no podrá resolver cada problema local, cada matiz de la ciudadanía, por ello es fundamental que la educación funcione como un agente necesario, para que la gente también forme parte del panorama político”. A la par de la educación, ¿cómo se construye ciudadanía? Para Glaeser, la solución es simple: compartir, más allá de lo físico, el espacio que habitamos. “Las respuestas no pueden venir de mí y de mi oficina en Cambridge. Pero lo que puedo sugerir es que los ciudadanos se reúnan continuamente para hablar de los problemas de su barrio. Comenzarás a pensar a la ciudad de una manera mucho más rica. Tu vecino verá películas diferentes que tú, leerá otras cosas, tendrá alternativas de movilidad distintas, y eso provocará que te involucres con la ciudad. Las ciudades se tratan de eso, de la cercanía con otras personas, de compartir físicamente espacios, y si eso evoluciona a compartir ideas, la ciudadanía se construirá a la par que las ciudades. De hecho, los protagonistas de los grandes cambios urbanos juegan un papel menor en la presencia ciudadana. Piensa en Jane Jacobs. En realidad ella fue convocada por una actriz, Shirley Hayes, cuyas capacidades de organización y de convocatoria eran enormes, ¡Por Dios, Shirley Hayes involucró a la discusión urbana a Eleanor Rooselvet! La cualidad de Jacobs (y la belleza de Muerte y vida de las grandes ciudades americanas) fue la de escuchar voces como la de esta actriz, la de escuchar verdaderamente a la ciudad, a la gente que vivió con ella los mismos espacios. El potencial de las reuniones, de la gente que habla de los problemas urbanos, puede ser así de grande”.
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