19 septiembre, 2012
por Arquine
La ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcando a su vez, cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, comas
Italo Calvino
por Juan José Kochen | @kochenjj
La ciudad ficticia no es sólo aquella que pertenece al sueño, al delirio o a la fantasía, o aquella trazada como irreal, sino es también la ciudad que todavía no existe, dejando pendiente la idea de posibilidad. Para imaginar ciudades ideales, los aspectos reconocibles y basados en la razón, así como los elementos ilusorios que permitan viajar en el tiempo son la base de una cimentación construida por imágenes e instantáneas recordadas y posteriormente imaginadas. Un ejercicio que busca una ciudad mental como especulación futura, pero a la vez con una estructura de orden crítico y social.
La ciudad y la escritura mantienen un vínculo perdurable. La escritura deja huellas sobre la hoja blanca, es un testimonio en contra del olvido y el tiempo fugaz, pero también consiste en una especulación en torno al espacio. La ciudad literaria es una forma de la imaginación a partir de la realidad, que permite configurar ciudades imaginarias. Es así como esta idea de lo posible, entre ficción y literatura, oscila dentro de las líneas de trazo suspendidas y se deja ver en las ciudades invisibles. Italo Calvino (La Habana, 15 de octubre 1923 – Siena, 19 de septiembre 1985) evocó estas ideas atemporales de ciudad como lugares de intercambio, deseo y recuerdo.
Le città invisibili se publicó en italiano por primera vez en 1972 y fue traducida seis años después. En Las ciudades invisibles, Calvino describe ciudades utópicas desde una perspectiva literaria, ciudades que llevan por nombre musas que aunque no se descubren, sin tener un mapa o imágenes de cómo son, buscan un lugar en la imaginación. Es en Dionisia, Isidora, Moriana, Dorotea, Tamara, Anastasia, Sofronia, Cloe, Maurilia o Fedora, donde la ciudad aparece como un todo, donde ningún deseo se escapa, y sólo queda la brújula del viajero para descifrarlas: “son ciudades microscópicas, como telarañas, concéntricas, en expansión, ligeras como cometas, transparentes, trazadas con filigrana, imposibles…para verlas a través de su opaco y ficticio espesor”.
Calvino basa su libro en una serie de diálogos entre Marco Polo y Kublai Khan, los cuales permiten imaginar las ciudades descritas por la curiosidad de un descubridor. El autor no sólo sugiere una categorización de ciudades invisibles que nacen de la imaginación sino que identifica dos tipos de ciudades; las que a través de los años y las mutaciones siguen dando forma a los deseos y aquellas en las que los deseos o bien logran borrar la ciudad o son borrados por ella. La ciudad existe y su invisibilidad esconde los secretos de sus partidas, piensa en lo que alguna vez pudo ser y lo que podría llegar a ser. Hoy se cumplen 27 años de la muerte de Italo Calvino y 40 años de Las ciudades invisibles.
CALVINO, Italo (2006), Las ciudades invisibles, Madrid, Siruela.