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Columnas

La secuencia Halprin

La secuencia Halprin

17 julio, 2014
por Juan Manuel Heredia | Twitter: guk_camello

JMH-2Lawrence Halprin, fuente Ira Keller, Portland, 1965-70 (foto: Karen Heredia)

Es famoso el episodio en que Luis Barragán recomendó o más bien exigió a Louis Kahn ‘no colocar ni un solo árbol ni plantar una sola hierba’ en el patio del Instituto Salk de la Jolla. Lo que no es tan conocido es que después de que Kahn y su cliente acordaron seguir la recomendación de Barragán, el mismo Jonas Salk, no del todo convencido, buscó una segunda opinión: la del arquitecto paisajista Lawrence Halprin. En esos años Halprin era uno de los arquitectos paisajistas más importantes en los Estados Unidos y el más reconocido en la costa oeste. A petición expresa de Salk, Halprin desarrolló una serie de alternativas que buscaban evitar o mitigar el duro aspecto y el potencialmente incómodo microclima que se produciría en un patio casi totalmente pavimentado. Después de ensayar distintas propuestas de vegetación, arborización, y tratamiento de agua, el propio Halprin reconoció la ‘poesía pura’ del diseño de Kahn y se retiró voluntariamente del encargo. No por ello, sin embargo, dejó de pensar que el patio merecía un tratamiento distinto al recomendado por Barragán.[1]

JMH_-1Lawrence Halprin, fuente Lovejoy, Portland, 1962-65 (foto: Karen Heredia)

Lo anterior puede dar la idea de que Halprin era un arquitecto paisajista en la tradición ‘naturalista’. Al contrario, sus paisajes se caracterizaron por una gran voluntad formal y una dureza material y háptica parcialmente aliviada por la presencia del agua. Su obra también tuvo un carácter más público que la de Barragán y ciertamente un pensamiento teórico más articulado. Nacido en Brooklyn en 1916, Halprin estudió ciencias y horticultura en Cornell y Wisconsin, y arquitectura del paisaje en Harvard. En Wisconsin conoció a quien sería su esposa, Anna Schuman, una bailarina y coreógrafa profesional que tuvo una gran influencia en su obra. Los paisajes de Halprin fueron pensados como secuencias estructuradas de espacios en las que los usuarios supuestamente interpretaban ‘coreografías’ o ‘partituras’ (scores) preestablecidas por el diseñador pero ‘abiertas’ a las contingencias y a la improvisación. A pesar del deterioro y el olvido por el que han pasado durante algunas décadas, los espacios abiertos de Halprin se han reafirmado a lo largo de los años y muchos de ellos son ahora referentes indispensables en distintas ciudades y barrios norteamericanos. [2]

JMH_0Lawrence Halprin, fuente Lovejoy (foto: Juan Manuel Heredia)

Quizá la obra mas importante de Halprin sea la secuencia de plazas planeadas a principios de los años sesenta para la ciudad de Portland. En 1961 la Comisión de Desarrollo de Portland comenzó un ambiciosos proyecto de ‘renovación’ urbana en pleno corazón de la ciudad. Diseñado por el omnipresente despacho de Chicago, Skidmore Owings & Merrill (SOM), este proyecto consistía en tres supermanzanas con torres habitacionales y de oficinas y comercios de baja altura localizadas en la parte suroeste del centro, que básicamente hacían una tabula rasa de un barrio judío de gran antigüedad y tradición. Probablemente anticipando los efectos negativos que traería el proyecto, la Comisión llamó a Halprin para diseñar los espacios abiertos del conjunto. Basándose en el plan maestro de SOM, Halprin transformó lo que se preveía serían simples parques arbolados en tres memorables plazas para el encuentro y el esparcimiento humano. Engarzadas mediante corredores peatonales, estas plazas se concibieron como una representación de la topografía de Portland y de la región, metafóricamente recogiendo el agua de las montañas para conducirla a través de canales, estanques, fuentes y cascadas hacia el rio Willamette y eventualmente hacia la desembocadura del Pacífico.

JMH_1Diagrama de la secuencia Halprin (http://halprinconservancy.org/)

La secuencia comienza en la parte más alta del complejo, en una pequeña fuente concebida como manantial (source fountain). Borbotones de agua hacen rebosar el nivel de esta fuente mientras un pavimento radial simboliza su emanación hacia la ciudad. El recorrido continua hacia el norte y desembocaba en la plaza Lovejoy, una gran plancha de concreto de geometría angular con una fuente cascadeante al centro y un expresionista pabellón de descanso. En días laborales este espacio funciona como zona de relajamiento para oficinistas y la comunidad universitaria vecina, mientras los fines de semana se convierte en un gran chapoteadero para niños, adultos y sus mascotas. Para el diseño del pabellón Halprin recurrió a su amigo y ex-socio Charles Moore, un teórico del agua y la arquitectura, cuya experiencia en este proyecto fue el antecedente de su muy famosa pero no muy exitosa Piazza d’Italia en Nueva Orleans.

JMH_2Lawrence Halprin, fuente y (Charles Moore) pabellón Lovejoy (fotos: Juan Manuel Heredia)
JMH_3Lawrence Halprin, parque Pettygrove, Portland, 1962-65 (foto: Karen Heredia; croquis: http://halprinconservancy.org/).

Descendiendo por los corredores arbolados uno se encuentra con el parque Pettygrove, un jardín sombreado formado por montículos de césped que recuerdan los montículos de la arquitectura precolombina de ese país. El recorrido culmina en la plaza o fuente Ira Keller, justo enfrente del Auditorio Cívico de Portland. En la parte inferior de esa plaza Halprin creó una impresionante fuente mediante gigantescos muros-taludes de concreto y plataformas desplazadas ‘flotantes’. El sonido ensordecedor producido por las cascadas contrasta con el murmullo del agua percibido desde el jardín superior. Pensados para el descanso, la recreación y la contemplación estos espacios se ajustan a los movimientos de las coreografías ideadas por Halprin pero también se desvían de ellas a través de performances artísticos y manifestaciones cívicas y políticas esporádicas.

JMH_4Lawrence Halprin, fuente Ira Keller, Portland, 1965-70 (fotos: Karen Heredia)

La ‘secuencia Halprin’ -como generalmente se le conoce a este conjunto de espacios- es una especie de paradoja: una obra de gran potencial para la vida pública al interior de un complejo que niega a la ciudad misma. En efecto, a pesar su vitalidad ganada a golpe y paciencia (especialmente en la fuente Keller -la única que colinda con la trama original de Portland) estos espacios resaltan más por sus promesas de convivencia y encuentro que por su actividad efectiva y real. En ese sentido la secuencia fue un episodio importante dentro de la carrera de Halprin y de la arquitectura del paisaje estadounidense en general: un proyecto ‘catalizador’ de obras posteriores dentro y fuera de Portland, ciudad hoy en día excepcional en el contexto norteamericano por la cantidad, calidad y coordinación de sus espacios públicos. Una secuencia con-secuencias.[3]

JMH_5Lawrence Halprin, fuente Ira Keller, Portland, 1965-70 (foto: Karen Heredia)

[1] La historia del patio del Salk la narra Marc Treib en ‘To End a Continent: The Courtyard of the Salk Institute’, Journal of the Society of Architectural Historians 65-3 (Septiembre de 2006), 402-427. En ese ensayo Treib se muestra reacio a otorgarle a Barragán más créditos de los que él cree se merece.

[2] El libro más analítico sobre Halprin acaba de ser publicado: Alison Bick Hirsch, City Choreographer: Lawrence Halprin in Urban Renewal America (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2014).

[3] Ver Randy Gregg ed. Where the Revolution Began: Lawrence and Anna Halprin and the Reinvention of Public Space (Washington: Spacemaker, 2009).

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