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La paradoja de la jirafa. Conversación con Paulo Mendes da Rocha

La paradoja de la jirafa. Conversación con Paulo Mendes da Rocha

15 agosto, 2017
por Paloma Vera | Twitter: palominvera

Este texto se publicó en el número 38 de la Revista Arquine, invierno del 2006 | #Arquine20Años

 

 

“Un arquitecto no se debe alimentar sólo de arquitectura sino de los hombres.”

 

Paulo Mendes da Rocha insiste en que no seremos capaces de construir la ciudad contemporánea mientras no consideremos que debe ser una ciudad para todos, como si viviéramos en una misma casa. La arquitectura es una forma de conocimiento y el arquitecto quién tiene que definir qué hacer y cómo prevenir el desastre de la no urbanidad.

La siguiente conversación retoma ideas que han sido constantes en la obra y pensamiento del arquitecto brasileño (Espirito Santo, 1928), Premio Pritzker 2006: la arquitectura más allá de la forma, la arquitectura ligada a la ciudad, al hombre y al entorno.

 

En tu trabajo existe una fuerte relación entre naturaleza, hombre, construcción y ciudad. Cuando hablas de estos temas lo haces como si fueran una secuencia… 

Es como si fueran los capítulos de la historia de la humanidad. La naturaleza en su estado original  es un espanto; entonces el hombre interviene, así surge el deseo de la casa y de la ciudad, de las que se encuentran  vestigios desde el neolítico. En ese momento se comprende poco a poco que la naturaleza  es poderosa, pero que se puede controlar, el fuego es un claro ejemplo. Esta experiencia histórica nos explica lo que somos hoy, por lo tanto no se trata de saber o no saber hacer, sino qué hacer, esa es la cuestión.

¿Y cómo se relacionan estos temas entre sí?

En un libro sobre la iconografía de la Edad Media y el Renacimiento se hace un discurso crítico filosófico acerca de un cuadro de Piero de Cosimo del Quattrocento. Este cuadro es una maravilla. En él hay dos viejitos sentados en el suelo que conversan entorno a una hoguerita; se nota que uno de los dos está lisiado, tiene una pierna rota. Detrás se ve una casa a dos aguas, que sirve para decir: arquitectura, así como dibujan los niños una casita. En el fondo aparece un burro, o un caballo, que carga algo en su costado y, al lado, parece que bailan unas mujeres muy bonitas, como la Primavera de Botticelli. Incluso aparece una jirafa. Los dos viejitos son Vulcano y Eolo. La historia es que Vulcano dominó el fuego y por eso Zeus se indignó y lo expulsó; entonces Vulcano tropezó y se quebró la pierna. Fue recogido por las musas que lo curaron y lo criaron. El otro viejo que está alrededor del fuego, Eolo, es el dios del viento. Cuando se encuentran el viento y el fuego surge la forja, se puede herrar al burro que se convierte en una máquina, un instrumento para el trabajo del hombre. Es la tecnología y, al mismo tiempo, la historia de la articulación de la inteligencia humana hacia sus deseos y necesidades.

¿Y la jirafa? 

Es una historia increíble. Un califa la había mandado de regalo al poder eclesiástico de Venecia. La hacían desfilar en las procesiones triunfales con obispos, carruajes y el Santísimo Sacramento. Un día, en uno de esos paseos, la jirafa se golpeó en un arco y se murió, entonces el califa mandó otra jirafa. Todo esto es importante para decir dónde nos encontramos y para hablar de las aproximaciones entre las culturas. Los grandes conflictos posteriores, la Batalla de Lepanto… Quiero decir: árabes, asiáticos y europeos siempre desearon aproximarse, aunque no siempre lo consiguieron. Es un tema que seguimos viviendo hoy, con el cual no hemos sabido hacer nada.

¿Por qué?

Estábamos hablando de la geografía, de las culturas. Y sale de nuevo a cuento la jirafa que significa también conocer el planeta, navegar, aproximarse, y comprender que aquello que entendemos por naturaleza no es el paisaje sino sus fenómenos. La fenomenología.

¿Cómo se relaciona tu fascinación por la capacidad de inventar y construir con la tecnología?

No se puede dudar del ingenio humano, de lo que se puede dudar es de su malignidad o de su inteligencia, no de lo que sabemos hacer. Hoy se habla mucho del high-tech y todo eso; son tonterías, porque ya están adelante de lo que necesitamos.

¿Piensas que con la tecnología existente podemos hacer todo lo que se necesita actualmente en arquitectura?

Sí, éste es un engaño para abrir una discusión indignante, porque no es verdad. Tenemos la necesidad de utilizar toda la tecnología posible, porque nos hace más fácil la vida. La cuestión de la alta tecnología no se debe despreciar, en absoluto. Cuando digo que la tecnología está más allá de lo que necesitamos, me refiero a que no se puede hacer un panegírico de productos extraordinarios que brillan sin necesidad. La tecnología puede entrar en delirios absurdos, por ejemplo, el hecho de que para animar una cena se use una vela falsa que imita una vela de verdad, entonces al momento de querer encender un cigarro con esa vela  hace falta tecnología, porque no hay fuego. Debemos tener sentido del humor, no exagerar. Para habitar, dormir, no necesitamos aún de alta tecnología. En los centros quirúrgicos, en los laboratorios astronómicos necesitamos de todo aquello que ya tenemos y más aún. No hay que dejarnos atrapar por los malentendidos.

¿Puedes dar un ejemplo?

Dentro de este mismo panegírico de producto superabundante, lo más banal dentro de las tecnologías malignas es el automóvil. Es una bella tecnología, flota con los neumáticos inflados, con un motor que se dice de explosiones en el que no se oye explotar nada, un aparato perfecto en los detalles de metalurgia, en sus uniones, etcétera. Sin embargo, todos quieren tener un automóvil y esto entorpece la circulación en la ciudad. El exceso de deseo, como si fuéramos changos que tomáramos las frutas sin razón y después las arrojáramos al piso. Se debe tomar lo que efectivamente se puede comer. Si el automóvil no avanza, es una estupidez.

 

Has dicho que la estructura del cuerpo te parece magnífica. ¿Crees que existe alguna relación con la estructura en arquitectura?

La biología es una cosa, la mecánica de construcciones, otra. Yo no soy muy adepto a lo orgánico, puede parecer convincente como teoría, como forma de pensamiento, pero la arquitectura orgánica es algo que nunca he entendido. Incluso la divulgación de estas ideas puede generar cosas horribles, porque considera exclusivamente la forma. Actualmente no tenemos ninguna necesidad, frente a los problemas que estamos viviendo, de arquitecturas simbólicas, metafóricas, basta que se haga lo que se tiene que hacer, hablo de la estrategia del momento, no sé en el futuro.

¿Cuál es la relación con el esqueleto humano?

El esqueleto es una estructura portante, pero si tú pones un esqueleto en un museo, la carne no se articula, la tienes que amarrar con alambres, pieza por pieza, y si lo pones de pie se desmorona todo. Creo que con esa idea se inventaron las marionetas. Por lo tanto, el esqueleto no es una estructura, a menos que esté viva. Se puede hacer cierta metáfora de que toda estructura no es absolutamente rígida, que todo se mueve un poco, las articulaciones por ejemplo, pero esto no llega a ser comparable con algo que se regenera a cada segundo que comes y fabricas energía. Somos una verdadera máquina de energía. Comemos, producimos calor y tenemos la posibilidad de mover nuestros músculos. Esta fuente de energía se explota como si nosotros mismos fuéramos hogueras, kilovatios, ésta es la gran idea de la vida humana, no se le puede comparar con estructuras, mucho menos copiar las formas.

Sin embargo, el cuerpo ha sido siempre una referencia en la ingeniería.

Hay muchas máquinas que se copian exactamente, son móviles pero no son inspiraciones formales por razones estéticas, son soluciones de movimientos que copian ciertos aspectos de nuestro propio organismo. La rotación de las manos, por ejemplo, no tiene mucho que ver con la idea de estabilidad de las construcciones, porque una estructura con esa inspiración biológica que no se desarrolle, que no dé frutos o hijos, no tiene sentido, no se pueden comparar las cosas así, ingenuamente. Y en todo, así es. Por ejemplo, explicarle a un niño la transmisión de la energía eléctrica por medio de la mecánica de los fluidos es un error, el agua es algo completamente distinto, así se hace una confusión básica: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Tienen leyes completamente diferentes. La teoría de la propagación, la mecánica, son cosas muy específicas de la física. Por lo tanto, estas comparaciones, amparadas por imágenes generales, no son muy legítimas.

¿Cuáles son las claves que confieren sentido a la tarea de proyectar?

El ingenio arquitectónico es la capacidad del hombre de proyectar lo que imagina. Lo que se llama proyecto es la decisión de lo que se debe hacer. ¿Qué hacer? Éste es el proyecto. No cómo hacer; se puede hacer de mil maneras. Es como si dijéramos que un hotel no es un proyecto; el gran proyecto es imaginar que una ciudad debe tener hoteles para albergar a los visitantes. Ahora, falta alguien que sepa hacer un hotel, con o sin gracia. No estoy diciendo que el edificio no sea arquitectura, pero ésta no es la parte más importante. Hoy se valora mucho esto porque es un producto que se puede vender, y si se puede vender es lucro, es una visión de un estado en el que se nota la degeneración de los altos ideales del género humano. Esto no es importante, lo importante es lo trascendental. No tenemos tiempo. La cuestión de la historia nos atrapa porque nosotros, individualmente, tenemos poco tiempo para tocar el fuego.

 

¿Crees que la arquitectura comienza desde el momento en que el hombre transforma el territorio y el paisaje?

Sería mejor no creer en nada, pero justamente ésta es una cuestión que me obceca, digamos, porque creo que todos estamos de acuerdo en que sí. Sólo que yo haría mucho énfasis en la situación en que nos encontramos hoy, cuando una simple mirada del hombre que dice: acá voy a hacer las casas, allá abajo junto a las aguas voy a hacer el puerto, ya es arquitectura. Son disposiciones espaciales. Sería muy difícil imaginar un solitario haciendo estas cosas, no lo haría, no sería necesario, lo cual habla del raciocinio en su dimensión social. Entonces nos convertimos en sabios por urgencia de lo que tenemos que hacer. ¿Cómo lo vamos a hacer? Cuidado con las aguas acá, no sé qué por allá, etc. Ingeniamos la tecnología para realizar una disposición que nos parece ideal para instalarnos en un lugar. Y cuando se dice: debemos instalarnos ahí, se inicia un diálogo con el lugar. Para mí la casa quiere decir: las mujeres, los niños, el futuro, significa que no se puede ser masculino o femenino, aunque la condición humana sea, esa sí, masculina y femenina.

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