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Columnas

¿La movilidad genérica? (II)

¿La movilidad genérica? (II)

26 agosto, 2014
por Mónica Arzoz | Twitter: marzozcanalizo

¿Cómo teorizar una ciudad como ésta?, ¿qué textos pueden ayudarnos a comprender un espacio marcado por el desorden y el caos?, ¿cuál puede ser nuestro marco de referencia, nuestro punto de comparación para aproximarnos a la cultura urbana de la capital?, ¿debemos comparar la capital de hoy con la ciudad que existió en 1950 o en 1900 o será mejor pensar en la capital en relación con otras megalópolis del mundo actual?

Rubén Gallo en México DF: Lecturas para paseantes nombra estas interrogantes como cuestionamientos que surgen durante proceso de entendimiento y análisis al intentar comprender una ciudad tan compleja como lo es ciudad de México. La respuesta indicada a dichas preguntas no existe, ya que cada individuo entiende y vive el sitio en el que habita a su manera y desde el punto de vista que lo prefiera.

A lo largo de su historia, ciudad de México ha atraído infinita cantidad de profesionistas y expertos que buscan darle explicación. Una ciudad que pudiera parecer incoherente o inexplicable ha logrado, a través del tiempo, brindar a millones de habitantes una traza urbana capaz de crear y reproducir vida en medio del caos. Es por esta, y muchas otras razones que la ciudad continua intrigando a quien la visita o quien la vive. El afán de descifrar las dinámicas y procesos que logran día con día mantener esta gran traza urbana unida hasta la fecha, hace de ciudad de México uno de los centros urbanos más especiales y controversiales del mundo.

Envuelta en un contexto de desigualdad, caos y extremos, ciudad de Mexico es un laboratorio único, que ofrece la oportunidad y el terreno perfecto sobre el cual poner a prueba distintas hipótesis y teorías. La lista de necesidades de una ciudad como ésta es interminable, y las distintas pruebas y experimentos a los que se ha sometido son parte de su esencia e historia y hacen de ella lo que es actualmente.

Sin embargo, a pesar de creernos ser habitantes de un centro urbano único e irrepetible, al adoptar una perspectiva comparada, es evidente que ciudad de México se enfrenta a las mismas problemáticas que afectan a muchos otros centros urbanos alrededor del mundo. Urbes como esta, en proceso de desarrollo, y con continuos cambios, se enfrentan a diario a la disyuntiva entre preservación y modernización, entre el pasado y el futuro. La lucha interna entre preservar la identidad que la caracteriza y el deseo por lo moderno, es lo que hace a centros urbanos, como la Ciudad de México, adoptar el fenómeno de repetición, proceso que intenta replicar características y soluciones “modernas”  copiadas normalmente de ciudades de primer mundo, adecuándolas, e incluso forzándolas. Rem Koolhas, en sus textos recopilados en S,M,L,XL, hace referencia a dicho fenómeno, afirmando que, las grandes ciudades de hoy están destinadas a convertirse en “ciudades genéricas, (…) espacios urbanos indistinguibles, sitios inertes donde las fuerzas de modernización terminaran por suprimir toda diferencia cultural y arquitectónica”.  Sin querer radicalizar el futuro de las ciudades de hoy hacia las “ciudades genéricas”, en realidad el escenario expuesto por su parte parece no estar muy lejos de la realidad.

Ciudad de Mexico, a diferencia de otras urbes que hoy en día solo permanecen en nuestro mundo como museos de lo que en ellas una vez existió, ha logrado sobrevivir a través del tiempo gracias a su capacidad de transformación y adaptación al cambio. La cultura, morfología y dinámicas de la ciudad se han ido transformado, junto con la adaptación de la traza urbana según las necesidades y tendencias globales. Poco a poco, la capital mexicana se ha ido transformando en una ciudad genérica de las que tanto hablaba el arquitecto holandés. Una clara evidencia de la tendencia a la uniformidad son las enormes obras viales construidas en las últimas décadas alrededor del mundo, de las cuales México no se ha salvado, pues, incluso hoy en día, es difícil diferenciar colonias y ciudades entre si al mirar una fotografía que muestre alguna intersección vial.

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Nuestra ciudad, a la que Monsiváis se refiere como,  “la ciudad ambiciosa, violenta, tímida, colonial, llena de sojuzgamiento y altiveces, libérrima, horrenda, indescriptible, magnífica, ávida y voluntariosa”, hoy en día, bajo la fuerte tendencia hacia la homogenización y modernización, está en proceso de conversión hacia la “capital genérica”.

El proceso de transformación por el cual actualmente pasa, también impacta la forma en que una urbe se vive y se mueve. Los cambios en los patrones de movimiento, junto con la forma de construir y hacer ciudad de las últimas décadas son ejemplo de esto. Estos cambios no son forzosamente negativos, pues, al ser una “ciudad genérica en proceso”, es nuestra decisión qué elementos tomamos e implementamos y cuáles no. Sin embargo, son las grandes obras de infraestructura vial construidas en las décadas recientes las que han tenido una importante contribución a hacer de la capital una ciudad cada vez más alejada de su identidad histórica y más cerca de la “capital genérica”.

Sería absurdo calificar a toda ciudad de México como una “ciudad genérica” pues salir a caminar en las calles de la megalópoli sigue siendo la mejor manera de entender las complejidades de la ciudad. Los capitalinos podemos disfrutar una ciudad delirante donde abundan los extremos, las imágenes surrealistas y periodos históricos sobrepuestos, como si se tratara de capas geológicas. Sin embargo, es evidente que hoy ya existen, en nuestra ciudad, zonas guiadas por el diseño urbano regido por el automóvil y que se hacen notar por su tendencia a replicar lo genérico.

Esto nos hace pensar en el rol que juega la movilidad en una ciudad en continuos procesos de transformación, de las “ciudades genéricas”. ¿Existirá una movilidad genérica aplicable a todo centro urbano, una buena solución que aplique a cualquier caso?, o ¿será que debemos de alejarnos de lo genérico, dejar el intento de imponer tecnologías y soluciones genéricas a nuestras ciudades y comenzar a tomar más en cuenta lo que  la misma ciudad nos pide y que simplemente no estamos dispuestos a ver?.

Lo genérico representa la oportunidad de implementar ejemplos exitosos en nuestra ciudad, ¿quién hubiera pensado hace 10 años que el sistema de Bicicletas compartidas cambiaría las dinámicas y flujos de una gran parte de la ciudad y comenzaría a revolucionar la cultura de movilidad? Sin embargo, entender y escuchar los flujos sociales, económicos y espaciales, que son lo que diferencia a una “ciudad genérica de otra”, es lo que hace que una ciudad mantenga su esencia y formas de vivirla. Cada urbe tiene su forma de moverse, independientemente de la morfología e infraestructura que esta posea, en especial ciudades como el D.F. con dinámicas y procesos tan marcados. Corresponde al peatón, ciclista y conductor discernir y  tomar las ventajas positivas de lo genérico para mejorar su calidad de vida y manteniendo la riqueza de lo particular.

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