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30 mayo, 2017
por Francisco Brown | Twitter: pancho_brown | Instagram: pancho_brown
El Helicoide: de centro comercial a prisión es la nueva exhibición del Center for Architecture de Nueva York. Centrada en uno de los proyectos modernos mas enigmáticos de America Latina: el Helicoide, iniciado a finales de los 50 y que nunca se terminó debido a las constantes crisis políticas en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XX. Ruina viviente, es otro ejemplo de los sueños utópicos de la modernidad y de las realidades distópicas en las que se convirtieron. Celeste Olalquiaga, historiadora cultural y curadora de la exposición, conversa con Francisco Brown sobre la historia del edificio, la muestra y del libro del proyecto:
Celeste Ololquiaga (CO): El Helicoide de la roca Tarpeya iba a ser el centro comercial del momento en Venezuela, durante el gran boom moderno del país y bajo el mandato del Dictador Marco Pérez Jiménez (1948-1958). El Helicoide fue una iniciativa privada del arquitecto Jorge Romero Gutiérrez, junto con dos arquitectos venezolanos-alemanes. Los arquitectos eligieron la roca Tarpeya, en el centro sur de Caracas, y esculpieron el cerro para verter el concreto y darle forma a lo que seria un complejo comercial enorme. Al caer la dictadura de Pérez Jiménez, todo lo construido en esa época fue asociado a su figura, incluyendo el Helicoide.
La gran innovación del Helicoide fueron sus rampas, una ascendente y otra descendente, de cuatro kilómetros y con tiendas a lo largo de ellas. Sin embargo, la roca no permitió que las tiendas tuvieran gran profundidad. Igual de interesante fue el concepto de financiamiento propuesto por el Arquitecto Romero Gutiérrez, porque, además de los préstamos bancarios, se prevendieron los locales a los comerciantes, lo que se convertiría después en un problema, cuando el nuevo gobierno empezara a frenar prestamos. Tras ello, el proyecto entró en litigio con el Estado y los dueños de las tiendas demandaron al proyecto del Helicoide. Se armó tal conflicto legal que incluso Nelson Rockefeller, quien mostró gran interés en comprar el edificio, se tuvo que retractar.
El proyecto fue tan importante en aquella época que se presentó en una exposición del MoMA: Roads, de 1961, centrada en las innovaciones a la infraestructura de carreteras en el mundo. Irónicamente, en esos mismos años la construcción del proyecto se paralizó y quedó abandonado hasta 1975, cuando pasó a manos del Estado y se plantearon varias ideas, desde un centro comercial hasta cultural, pero todos los planes fracasaron.
Francisco Brown (FB): ¿Por qué no se pudo materializar ninguno de esos planes?
CO: Porque cada vez que cambiaba de gobierno, el nuevo partido decidía que ellos lo podían hacer mejor y deshacían los planes de las administraciones anteriores, incluyendo proyectos que ya contaban con financiamiento y con planos. Es por eso que el Helicoide es tan importante, porque es un emblema de esa falta de visión y de las rencillas políticas entre los dos partidos únicos en Venezuela por más de 40 años.
En 1979, el presidente en turno alojó a los damnificados de unos deslaves en contenedores dentro del propio Helicoide. La población llegó a casi diez mil personas, que permanecieron ahí durante tres años en condiciones bastante precarias hasta que ser reubicadas. El Helicoide pasó de elefante blanco a zona roja del crimen en Caracas.
FB: Cuando reubicaron a todas las familias, ¿por qué no decidieron hacer algo con el edificio?
CO: El Estado lo intentó convertir en el Museo Nacional de Antropología. Se hicieron importantes avances en la obra, incluyendo el domo en la cúspide, inspirado en los de Buckminster Fuller, pero al cambiar la administración se canceló de nuevo el proyecto.
En 1985 se tomó una decisión que cambiaría la naturaleza del Helicoide, cuando el Gobierno aloja a la Inteligencia Policial de Venezuela en los niveles inferiores. Al Gobierno le interesaba consolidar todas las oficinas de inteligencia en un edificio y la ubicación del Helicoide, muy cerca de la Universidad Central de Venezuela —que es y fue foco de las mayores confrontaciones políticas— lo hacían ideal para un organismo de este tipo. Hasta el día de hoy, los niveles inferiores del Helicoide sirven como cárceles y en las últimas plantas se encuentra la Directiva de Inteligencia; la zona intermedia está medio abandonada y alberga clases policiales, prácticas de tiro, etc. Además, es importante recordar que en los dos niveles de las cárceles hay prisioneros políticos y se violan los derechos humanos.
FB: Cuéntame un poco de la iniciativa “Proyecto Helicoide” y de la visita de la exhibición a Nueva York.
CO: Fundé Proyecto Helicoide en 2013, en Caracas, porque desde adolescente me había cautivado este fantástico edificio. Muchos años después me di cuenta que, internacionalmente, el edificio llamaba muchísimo la atención pero en Venezuela estaba olvidado. Me interesó rescatar su memoria como fenómeno cultural, porque es único y porque tiene un valor patrimonial enorme para la Arquitectura Moderna.
Hicimos un par de exposiciones en Caracas, que incluso ganaron un par de premios AICA (Asociación Internacional de Críticos de Arte). Contaban con mucho material que pudimos rescatar. Sin embargo, las maquetas y los planos originales hechos a mano, se perdieron. En una de las exhibiciones, invitamos a varios arquitectos y artistas a imaginar distintas visiones posibles del Helicoide. Hemos incluido algunos de esos ejercicios creativos en Nueva York.
FB: Además, están desarrollando una publicación.
CO: Estuve un año y medio en Caracas recopilando archivos y luego regresé a Nueva York. Hablando con Michael Sorkin sobre el proyecto, le conté que quería hacer un libro del Helicoide y él me dijo que estaba lanzando una editorial independiente, que lo hiciéramos. En un par de meses estará listo, con muchísimo material sobre el edificio.
El carácter del libro es de investigación y teoría, pero accesible a todo público. Lo estoy editando con Lisa Blackmore, una historiadora cultural inglesa que vivió mucho tiempo en Venezuela. Invitamos, además, a 16 colaboradores a participar y tratamos de cubrir todos los aspectos del Helicoide: la Modernidad en Venezuela, la arquitectura en espiral automovilística a nivel internacional, el propio Helicoide y su relación con los barrios, incluso realizamos una entrevista a uno de los prisioneros que estuvo dos años ahí.
FB: ¿Cuál fue la recepción del público en general en Caracas al ver tus exposiciones?
CO: Fue excelente. La gente sabía de la existencia del Helicoide, pero no sabían de su historia o, al menos, no se la sabían completa. Un elemento que tuvo un impacto muy positivo fue la incorporación de una línea de tiempo para explicar la historia del Helicoide en paralelo a las distintas etapas presidenciales. Fue un testimonio gráfico sobre las democracias en Venezuela. El equipo curatorial nunca tuvo que emitir un juicio de carácter político, la historia estaba ahí.
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