Gobierno situado: habitar
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17 diciembre, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
El 17 de diciembre de 1989 aparecieron por primera vez en las pantallas de televisión Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie, Los Simpsons, el programa de comedia y el de dibujos animados en televisión que más ha durado al aire en los Estados Unidos. En el decimocuarto episodio de la decimosexta temporada, titulado The Seven-Beer Snitch, transmitido por primera vez el 3 de abril del 2005, los Simpsons viajan a la ciudad vecina y rival de Springfield, Shelbyville, para asistir a un musical en el que los habitantes de Springfield son retratados como incultos y de mal gusto. Marge convence primero a la mesa de asuntos culturales de Springfield de la necesidad de construir una sala de conciertos y le envía una carta a Frank Gehry para invitarlo a ser el arquitecto. Gehry, parado afuera de su casa de Santa Mónica, lee la carta, se ríe, la arruga y la lanza y, ya en el suelo, encuentra en el papel arrugado la inspiración para su nueva obra: la sala de conciertos de Springfield. Años después, el 4 de septiembre del 2001, Fahreed Zakaria entrevistó a Gehry en su programa de la CNN GPS y le preguntó acerca de “la famosa historia sobre el papel que arrugó y que, tras verlo, se transformó en el Disney Hall de Los Angeles.” Gehry respondió: “pero esa es una historia famosa porque los Simpsons me hicieron hacerlo. Pero no, no, no. Fue una broma, algo divertido. Pero me acosa, la gente que ha visto los Simpsons realmente lo cree.” Y aunque Gehry diga que fue una broma que lo acosa, quien haya visto las primeras escenas de Sketches of Frank Gehry, dirigida por Sidney Pollack, con el arquitecto armado de unas tijeras y su ayudante pegando pedazos recién recortados de papel plateado mientras Gehry dice: “es raro” y Pollack pregunta: ¿qué no te gusta?, para que Gehry responda: “no lo sé” y vuelva a tomar las tijeras y la cinta adhesiva, cortar, pegar, arrugar y terminar diciendo: “¡ya se por qué no me gusta: this has to get ckrankyer!,” puede pensar que no, lo de los Simpsons no era sólo una broma.
Gehry no ha sido el único arquitecto ni la única vez en que la arquitectura ha figurado de manera especial en los Simpsons. Rachel B. Doyle escribió en Curbed que han sido catorce veces, entre ellas la vez que unos recién llegados y sofisticados vecinos de Homero sacan “los huesos de Neutra” de la casa suburbana a la que se han mudado, o cuando Bart se enamora paseando en el High Line de Nueva York. También, dice Doyle, apareció Rem Koolhaas enseñando a unos niños cómo hacer un modelo del edificio de la CCTV con Lego y Martha Stewart ayudando a Marge a decorar su casa. Pero sin duda es el episodio donde aparece Gehry el más conocido de esos catorce. Quizá porque hay algo en el procedimiento de Gehry —o, para no abusar, del Ghery animado de los Simpsons— que puede recordarnos aquella manera de trabajar o, más bien, de hacer del mismo Homero.
En un texto titulado Homer Simpson as Outsider Artist, or How I Learned to Accept Ambivalence (Maybe), Reva Wolf comenta un episodio de 1999 titulado Mom and Pop Art. Wolf narra así el episodio:
Homero Simpson compra un asador para armar y, con la ayuda de Lisa, empieza a armarlo. Como era de esperarse (para cualquiera que conozca a Homero), hace un desastre con el proyecto. Sin éxito al intentar devolver el artículo estropeado a la tienda, trata de deshacerse de él de otras maneras, en vano. Mientras maneja con el objeto amarrado a la defensa trasera de su coche, éste se desata y se estrella en un auto atrás de él. Cuando la conductora del auto aparece en su casa, Homero está seguro de que es para demandarlo. En vez de eso, ella le explica que es dueña de una galería de arte donde le gustaría exhibir su objeto.
Wolf analiza las distintas capas de significado del capítulo en relación a qué es el arte y quién es un artista, incluyendo la visita de Homero a la galería donde se expondrá su obra y su sorpresa al ver que ahí se exhiben dibujos firmados por Matt Groening —el creador de los Simpsons—, quien, según el mismo Homero, ni siquiera sabe dibujar. Ese no saber hacer lo que se hace, de Groening dibujando o de Homero ensamblando un asador, se refiere al ambiguo potencial del artista, según Wolf. El saber del artista —su tekhné, en el sentido griego—, no se mide solamente al hacer lo que ya sabe hacer sino, precisamente, al enfrentarse a algo que no sabe del todo cómo hacer
Aunque Homero no siga las instrucciones de cómo construir el asador al pie de la letra, como sí lo hace Buster Keaton para construir su casa en el corto One Week —donde el desastroso resultado es consecuencia, al contrario, de la rigurosa sumisión a las reglas de un manual que no coincide con la realidad, alterada por su contrincante—, en ambos casos el resultado es, al menos en apariencia, similar a la arquitectura de Frank Gehry —no en balde Iñaki Ábalos usa el caso de la casa de Buster Keaton en el mismo capítulo en que habla, entre otras casas, de la de Gehry en Santa Mónica. La manera como se construye finalmente la sala de conciertos diseñada por Gehry para Springfield es reveladora de esa metódica puesta en acción del desastre: primero se construye una estructura racional y ordenada y, después, se la golpea con enormes bolas de acero para demolición hasta que se acerque a la apariencia del papel arrugado al azar —que, ya lo dijo Mallarmé, jamás es abolido por una tirada de dados, o de papel.
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