Gobierno situado: habitar
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13 junio, 2012
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
“Soy atemporal, no estoy en la historia porque estoy más en la ciencia que en el estilo. No estoy en una época. Mi obra ha evolucionado conforme a las diferentes estructuras que he realizado. Cada programa lo trato diferente y en cada obra aporto algo que niego en la siguiente.”
Ayer falleció el arquitecto Juan José Díaz Infante (1936-2012) a los 75 años de edad. Para Díaz Infante la arquitectura no existe, se trata sólo de “pieles en el espacio”. Personaje sui generis y polémico de la arquitectura mexicana de la segunda mitad del siglo XX, inventor de neologismos como la “kalikosmia” —de calli, casa en náhuatl, y cosmos, universo en griego—, defensor del uso de nuevos materiales, distintos incluso de aquellos que hicieron posible la arquitectura del siglo XX —como el acero y el vidrio—, en especial de los plásticos sintéticos, en un texto publicado en la revista Calli (1967) afirma que el plástico resolvería “la crisis de habitación, de la enseñanza, del transporte, del crecimiento urbano…”.
Graduado de la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM (1959), Díaz Infante se define a sí mismo no como arquitecto, sino como diseñador de espacios y sistemas. Dijo que “la arquitectura, a secas, la inventaron los pedantes para ponerle nombre a sus estilos. Nosotros hacemos ciencia aplicada. La piel del hombre. El hábitat: una capa más que lo protege y, entre más ligera, mejor”. Seguidor de Buckminster Fuller, buscó una arquitectura que, empleando menos materia y mayor velocidad —en lo que se refiere a procesos constructivos—, generara mejores espacios.
A fines de los años sesenta presentó en el Museo de Arte Moderno la exposición “Del dolmen a la kalikosmia”, en la que exhibió su casa prefabricada de plástico, pensada para producirse comercialmente de forma masiva. A principios de los años setenta colaboró con Enrique de la Mora en el proyecto de la delegación Venustiano Carranza de la ciudad de México, a finales de la misma década, proyectó la Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente (TAPO) y, en los años noventa, el edificio de City Bank, entre otros.
Autor de obras llamativas como la Bolsa Mexicana de Valores, de principios de los noventa, Díaz Infante también ejerció una intensa labor docente. Fundador y director de la Universidad Anáhuac, es defensor de una arquitectura con menor peso y menor impacto en el ambiente. (Hernández Gálvez, Alejandro y Canales, Fernanda (2011) 100×100 Arquitectos del siglo XX en México, Arquine, China)
Fotos: 1 y 2 Cortesía ICA
Fotos: 3-9 Archivo Louise Noelle
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