19 octubre, 2012
por Arquine
…La ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcando a su vez, cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, comas
Italo Calvino
por Juan José Kochen | @kochenjj
Recorrer las calles con mirada escrutadora y minuciosa, buscando detalles, rincones, esquinas o acercamientos poco perceptibles, permite observar a la arquitectura desde otra proyección, más allá de lo ortogonal, oblicuo y curvo. Las calles crean el escenario en el cual los edificios se entienden como parte de un conjunto; son el punto en donde se desarrollan las actividades públicas y la vida en la ciudad. El trazado de las calles es la imagen más sintética de la mismo. Hace visible su dimensión, forma y escala, como un entramado de jerarquías y distancias, relacionando edificaciones y lugares.
En De lógica del sentido, Gilles Deleuze esboza la importancia de la calle y la ciudad para el pensamiento filosófico: “no es en los grandes bosques ni en los grandes senderos donde la filosofía se elabora sino en las ciudades y en las calles, incluido lo más artificial que haya en ellas”. Así, como cruces estructurados, la ciudad se interconecta entre edificios, la movilidad del transporte y las personas entre sus calles. El centro de Milán es una mezcla convergente entre la condición histórica como proceso de transformación; la percepción real a nivel de banqueta; la tipología o rasgos comunes esenciales de urbe, su heterogeneidad u homogeneidad; y la diversa posibilidad tipológica de su silueta urbana.
En el tránsito por la ciudad, inmersos en la rutina y coyuntura de nuestras actividades, olvidamos la capacidad de percepción sensorial de los espacios que frecuentamos y visitamos. El mismo Frank Lloyd Wright decía que la forma de percibir es la forma de ser; la forma de percibir es la forma en la que decidimos interpretar aquello que hemos ido atrapando en nuestros tejidos de la mente. Lo que al final podemos capturar nace de una arquitectura como soporte para la comunicación y comprensión de lo que nos rodea. Una arquitectura que es capaz de trasmitir aspectos sobre las formas, usos y aspectos cotidianos de la ciudad. En ese sentido, y siguiendo a Venturi, “una arquitectura válida evoca muchos niveles de significados y se centra en muchos puntos: su espacio y sus elementos se leen y funcionan de varias maneras a la vez… La percepción simultánea de un gran número de niveles provoca conflictos y hace la percepción más viva”.