Carme Pinós. Escenarios para la vida
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15 octubre, 2012
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia
¡Úsalo! ¡Es espacio público! es el eslogan de exposición Instrucciones de uso curada por Negocios Raros y que actualmente se exhibe en el CentroCentro de Madrid. Llama la atención esa alusión al espacio público dentro del mundo interior en una institución cultural, más cerca del museo; un espacio que si bien es abierto y accesible no tiende a situarse como un lugar inclusivo y público. Este espacio se reconoce como un lugar asociado al conflicto, al disenso y sobre todo, a la calle y a la plaza, es decir, al mundo exterior. Pensamos que éste es el mundo de lo político y el interior debe quedar reservado para lo privado. La verdad es siempre mucho más compleja y esta dualidad siempre acaba por superponerse. Sirvan de ejemplo los trabajos de Andrés Jaque donde trata de evidenciar la condición política de los interiores domésticos.
Los espacios interiores, sea en la casa o en la institución, nunca deben rechazar la condición de lo público –o si se prefiere de lo comunitario– y, en especial, de lo político, más allá del consumo que sí exponen los espacios del centro comercial, en ocasiones mal entendido como espacio público. Lo público –o comunitario– invita a cuestionar sobre su función, su utilidad y a imaginar y repensar sus límites. Es por tanto espacio para el debate, pero sobre todo para el conflicto. El museo no escapa de esta condición, aún con su carácter abierto, pocas veces se ofrece como un espacio para el debate en cualquiera de sus sentidos, limitándose a ser un mero contenedor de objetos.
Esta muestra busca la ruptura con la condición cerrada, organizándose en torno a la clásica triada del 8 + 8 + 8, o lo que es lo mismo, trabajo, ocio y descanso, con distintas propuestas: International Urban Factory de Taller de Casquería, [MAD] Skyline games de PKMN y Living Room de Guillermo Trapiello que desplazan la reflexión de la mera observación a la acción activa por parte de los visitantes, convertido en un actor más del proceso, capaz de decidir sobre la gestión del uso, la transformación y la construcción de los distintos artefactos que constituyen la propuesta. Los tres equipos participantes crean prototipos que se hacen con la sala de exposición y permiten a los espectadores –convertidos en constructores– apropiarse de los espacios.
Los prototipos son extrañamientos, elementos experimentales e innovadores que necesitan una mínima orientación para poder acercarnos a ellos. De ahí quizá el nombre de unas Instrucciones de uso como manual de uso correcto y convivencia con los demás usuarios, y el espacio que informe de cómo realizar un uso adecuado del mismo. Queda, por supuesto, el lado peligroso que una institución pueda disfrazar como Instrucciones de uso una manera de gestionar el espacio, negando al tiempo que el usuario pueda salirse de esos puntos, con lo que la idea de espacio público queda como una definición carente de su contenido real. De cualquier forma, esta exhibición sitúa el debate de lo público en el centro de un espacio cultural y redefine su papel como espacio hermético y aislado de la participación y lo político. Un urbanismo de interior que estira los límites de lo que tendemos a pensar como espacio público o al menos a reflexionar en torno a su definición.
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